Juan Carlos te ha invitado a ver una fotografía de su álbum de fotos: 2 de septiembre de 2012
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Gracias al "fiera" de Juan Carlos León, tenemos fotos, aunque alguna fantasmagórica.
Crónica Pateada
Confurco – Monte Galleiro. 31/08/12 Pateada nocturna.
Llegamos a Confurco
pasadas las once, había que llenar el depósito antes de la subida del IVA. La
pela es la pela. A la entrada, encontramos unos curiosos personajes que
brillaban con luz propia bajo la luna, moviendo sus linternas en todas las
direcciones. No nos sorprendió verlos bajo la gran luna llena. Estaba pedida
para la ocasión.
Una vez reconocidos
y contados, hubo consenso, eramos nueve los que pasearíamos por los montes de
Confurco. Damos la salida oficial sobre las once y cuarto por un sendero de
cemento en sentido ascendente, entre ladridos de los vigilantes de las fincas.
Pasados unos pocos
metros, el cabecera de grupo, optó por subir por una ruta alternativa, pero se
oyen voces desde atrás llamando su atención y aconsejándole la correcta:
“paonde vaas, que é por aquíii”
Como los primeros
metros eran a través de arboleda, se hizo necesario reforzar el gran farol con
luces de pila. El uso de los frontales, hacen resplandecer los mosquitos y
sobre todo las telarañas construidas trabajosamente en el margen del camino.
En este camino, nos
encontramos con Spíderman en estado de larva. Un reflejo de la luz artificial,
evitó atraparnos en sus redes; un
rápido flash reveló la gran tela y a su constructor
en estado de espera. Dio tiempo de parar antes de ser atrapados. Todo el grupo
se queda observando el suceso. La noche incitaba a prestar atención a cosas que
la luz del día haría pasar desapercibidas.
Algunos pararon a
refrescarse en la primera de las pocas fuentes de agua potable del camino. Hay
que salirse un poquito del camino, pero vale la pena. Ya hidratados continuamos
camino hasta una edificación natural de enormes rocas, a la que llaman “O
Castelo”. No lo visitamos porque a esas horas los moradores estarían dormidos,
o por lo menos eso parecía a juzgar por la escasez de luz de sus figuradas
ventanas.
No era del paisaje
de lo que se disfruta el resto del camino, sino más bien de las luces de la Ría de Vigo observada desde un
lugar privilegiado.
Volvemos a encender
las luces para cruzar una zona de bosque donde la luna no llegaba al
camino. A pocos metros de la cima, nos
encontramos con dos luciérnagas que volaban a escasa altura del suelo en un
trayecto lento y errático. Al acercarse, uno de los bichos nos interroga:
“¿Qué, paseando pola fresca?”. Después del susto comprobamos que eran dos
paseantes equinos de cuidado porte
llevando de paseo a sus jinetes.
Llegamos a un
mirador. Se trata de una construcción de ladrillo de poco más de un metro
cuadrado, con más ventanas que paredes y el aire acondicionado a tope. Fue en
esta construcción, donde se intentó hacer la primera foto fantasmal. Para ello,
el cámara dirigía el aparato, mientras otro con una potente linterna hacía las
veces de flash. Era el objetivo de la foto el que dio aspecto fantasmal al no
parar quieto. Se hicieron varios intentos incluyendo a gran parte del grupo,
excepto el hombre de la farola y al señor del pulsador.
El camino hasta la
cima del monte Galleiro fue tortuoso e irregular. Subimos unos setecientos
cuarenta metros. Disfrutamos del silencio de la noche, de las vistas nocturnas
y del frescor del viento. Tomamos un tentempié y nos echamos unas risas. Cuando
el viento se pasó un poco de fresco, comenzamos el descenso.
El camino de día
era monótono, de noche también. Pero contábamos con la presencia de dos
congostreños veteranos en otro grupo de senderismo. Curtidos en los caminos,
sacaron de repertorio de los chistes de toda la vida a los que añadieron su
propia gracia personal: Se baja el telón... sabeis aquel que... esto era un...
en fin, se tocaron todos los palos. El grupo se reía con gran satisfacción
incluso con los que ya se sabían.
El largo sendero se
pasó en un suspiro y agujetas en el estómago del ejercicio de la risa. Volvemos
a un sendero oculto de la luz de la
luna. Necesitamos otra vez nuestras linternas. Unos bichitos que parecían ser
sapos, saltaban bajo la luz. Aparecieron varios en el camino, incluso una
pequeña culebra. Este último bicho consiguió arremolinar todo el grupo
masculino a su alrededor.
Mientras caminamos,
encontramos varios lugares libres de contaminación lumínica, por lo que el
cielo se revela limpio y claro, Varios componentes nos ilustran sobre sus
conocimientos estelares. Señalando con el dedo al cielo van indicando líneas
imaginarias y localizaciones de estrellas.
Un congostreño
observador nos hace notar que justo por encima del horizonte hay una estrella
brillante y trata de ponerle nombre. Otro congostreño menos astrónomo hace otra
observación: “eso es un foco de obra de lo alto de una grúa”. No lo era, al
cambiar por el camino la luz se mantenía firme en el horizonte.
Todavía con las
estrellas en los comentarios, vemos otras estrellas que oscilan irregulares y
se acercan por el camino haciendo ruido. Eran otros locos del camino nocturno,
que iban corriendo por donde nosotros caminábamos. Llevaban las linternas en la
frente y un bastón en cada mano eran como esquiadores de los caminos. Pasaron
muy rápido, como si hubieran visto al diablo, nos preguntaron, sin dejaar de correr, si ibamos a la Franqueira. Volvemos a ver otra luz de obra a lo largo del camino, y no era el diablo, era un
congostreño adelantado que estaba en lo alto de la cuesta, y que posiblemente debió confundir a los corredores.
Volvemos al sendero
inicial. Lo tomamos hasta el inicio. Bajamos por la misma parte del sendero que
subimos había ya varias horas. Nos reciben otra vez los ladridos. Son casi las seis de la mañan y el cuerpo quiere descanso.La mayoría perdona los cafes.
Otra vez en los
coches, nos despedimos. La cama nos espera.
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