CRÓNICA PATEADA 166





Serra da Peneda (Portugal) 13-04-2014

Salimos quince y llegamos diecisiete. Una pareja congostreña a ratos, se nos apareció por sorpresa.

Tomamos camino desde la plaza del santuario sobre las once menos cuarto. El control del inicio lo realizaban dos cabritillas, un perro y una señora mayor sujeta de la mano por un niño. Una vez contados los participantes, dieron el “beee” de conformidad y el perro nos siguió dándonos ladridos de ánimo, como esos aficionados que corren detrás de los ciclitas molestando mas que animando y que entran ganas de mandarles una leche.

 Comenzaba una subidita empedrada. El guía había advertido de ese obstáculo, y casi tiene razón al calificar la ruta de medio-alta, una congostreña casi hay que evacuarla, aunque una vez llegado al alto recuperó el resuello y continuó sin problemas. Hubo que hacer varias paradas técnicas para avituallamiento y refrigeración. En una de ellas se debatía cómo condiciona el físico y la dieta, también lo difícil que les resulta a algunos deshacerse de la grasa. La panceta es lo que tiene, pero está riquísima.

Poco antes de las doce llegamos a un prado verde de las alturas. En esta planicie, nos tomamos el plátano y relajamos la musculatura de tanto subir. Incluso alguno se montó una pequeña tienda para resguardarse del sol.

Ociosos y aún con el plátano en la boca, surge una discusión sobre el nombre de la llanura. Unos lo llamaron branda y otros braña. Es igual, depende que idioma se utilice,  portugués o gallego, aunque el término también se utiliza por Asturias y Cantabria). Surge una discusión de la etimología. El término braña deriva del latín «verania», ( prado con agua para  pastoreo en  verano), según Carballo Caleiro, aunque algunos autores ( diccionario etimológico de Joan Coromines ) lo relacionan con el céltico brakna, u otras lenguas pre-romanas,  que significa prado húmedo.  

Según nos explicó el guía, los vaqueiros o branderos, todos los años dejaban sus casas, situadas en zonas más bajas, y se dirigían a las brandas, donde tenían sus viviendas de verano, regresando de nuevo en otoño.

En las brandas suelen conservarse varios tipos de edificaciones. La mayoría de ellas se van perdiendo por el paso del tiempo y el abandono. Según la situación de las brandas y otras características, se pueden distinguir tres tipos:

Brandas o brañas de verano: situadas a gran altitud. Únicamente pueden utilizarse a lo largo de los tres meses de verano. Sus edificaciones típicas eran los chozos y los corros de planta circular.

Brandas equinocciales: situadas en zonas algo más bajas, se utilizaban desde la primavera hasta el otoño. Sus edificaciones eran las cabañas, que tenían una pequeña habitación, "llar" para cocinar, cuadra con pesebre e incluso una pequeña alacena. A veces tenían en las proximidades pequeñas instalaciones, como fuentes, abrevaderos, etc.

Brandas  pueblos: son las que evolucionaron hasta convertirse en poblaciones permanentes.

Quince minutos duró lo bueno. Volvimos a ponernos en camino aun rezongando. El bonito paisaje se repetía durante varios kilómetros, tojo bajo y piedras por todas partes. Cruzamos una brañita más con su cabana en ruinas y sobre las doce y media nos encontramos con un control de la ruta. No había que sellar, eran los típicos caballos que la organización pone en puntos estratégicos para controlar.

La gran luminosidad del día nos permitió ver a lo lejos, unos adosados que al guía se le habían pasado en su reconocimiento inicial. Con autorización del guía, desviamos el trazado para verlo de cerca. Cumplía los requisitos de una braña equinoccial, salvo por la fuente, pero sí corría un riachuelo que haría de abrevadero. Habían aprovechado el hueco que dejaban unas grandes rocas para completarlo con paredes de piedras amontonadas, consiguiendo un refugio bastante aceptable.

Seguimos caminando hasta una rivera en la parte de debajo de la montaña. Un brote de ingenio les hizo llamar a este pueblecito Ribeiro de Baixo. ¿A qué no adivináis cómo se llama el pueblecito siguiente separado por una serpenteante carreterita? Justo, Ribeiro da Cima. Ribeiro de Baixo está separado de Ourense por el río Barcia o también llamado Castro Laboreiro.

Como la gusa aprieta y aún no son horas en Portugal, cruzamos el río y nos pasamos a Orense a comer el bocata. Allí había una hora más y ya apetecía. Dos postes con sus letras E y P en cada lado del río marcaban la frontera.

Mientras comíamos, disfrutamos de un espectáculo contratado por la organización. Consistía en una demostración de un pescador y su habilidad en la pesca de truchas. Como no se le aplaudió merecidamente decidió  pescar una truchita y pirarse a toda prisa río arriba.

Un par de congostreños tuvieron que pasar por boxes. El camino empedrado les había dejado las gomas peor que las del Ferrari de Fernando Alonso. Como no había neumáticos nuevos, hubo que hacer una reparación de emergencia con cinta americana que aguantó hasta el final de la prueba.

El retorno fue una prueba de memoria. El guía puso a prueba la memoria de los pateantes para zafarse con el regreso. Un cosgostreño reciente pilló al guía en un renuncio. Le recriminó haber aprovechado un descuido  para  plantar un ciprés de más de cinco metros y despistar.

Eran poco más de las cuatro y media. Había mucha luz y el sol estaba alto. Las flores silvestres salían a saludar alegrando el campo. El guía solicitaba respeto con la flora. En pocos minutos estábamos en la braña inicial.
 La bajada se lleva con tranquilidad hasta que un congostreño veterano pica al grupo ofreciendo una cerveza al primero.

Dos alcohólicos conocidos salieron escopeteados por el sendero empedrado, seguidos del provocador, que un poco arrepentido quería librarse llegando él primero. Los demás, sin opciones, seguían un ritmo más cómodo y prudente.

La verdad es que la ruta no llega a ser tan dura como prometía y es que una vez más los analistas se precipitan con las previsiones. Revisamos  el rating a “media con perspectiva negativa “, por aquello de la impresión que ofrece la ruta desde las partes bajas de la misma.

En un bar de la misma  plaza del santuario, se le cantó feliz cumpleaños al segundo pateante más antíguo del grupo y se tomaron las “cervejas”, a las que él había invitado, a su salud.



Desde aquí… cada mochuelo a su olivo.

¡Hasta la próxima! Abur…

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