Malpica-Niñóns-Ponteceso (Coruña)
Malpica-Niñóns: 20/06/2015.
Llegamos a Ponteceso quince minutos antes de lo previsto. Llevamos un coche a Niñóns y el resto al puerto de Malpica, de donde salimos trece pateantes.
Ciento cuarenta escalones fueron lo primero que subimos en el puerto. Nos llevaron al “Mirador da Plancha”, allí contemplamos las primeras vistas. A partir de aquí, se toma velocidad de crucero y se sigue la costa.
Entre la Playa de Area Maior y la de “Seaia”, nos encontramos con un árbol cargado de trapos atados a sus ramas. Corre la leyenda de que la gente cuelga prendas que han frotado en unas verrugas y luego las atan en las ramas, con la esperanza de que le desaparezcan. No imagino dónde tendría la verruga el que colgó un trozo de papel higiénico usado.
En la subida de la Ermita de San Adrián tomamos el plátano, luego tiramos hasta la Playa de Ceiruga donde cruzamos el Río Esteiro. Esta vez ni quitamos las botas, la vez anterior, en el X aniversario hubo que quitarse hasta la ropa para poder cruzar. El truco está en ir a horas de marea baja.
Comimos los bocatas a la sombra de la terraza del Restaurante “O Xan”. Las cervezas vinieron acompañadas con ensaladilla rusa. Todo un detalle, ya que una congostreña es de cerquita, bueno, no tanto.
Hacía fresquito y decidimos pirarnos hacia la Playa de Barizo, dónde dos congostreños se refrescaron mientras el resto iba adelantando camino.
Los bañistas, tuvieron que acelerar el paso para alcanzar el grupo.
El esfuerzo flaqueó las fuerzas y la capacidad de concentración de un congostreño. Olvidó escuchar el clic que fija la cámara de fotos, y al dar un salto entre dos rocas se le cae en zona peligrosa. Solo la elasticidad y fortaleza de una congostreña de la delegación de Santiago consigue rescatarla. Tiene marcas en el hombro que lo demuestran.
Luego salimos hacia el Faro de Punta Nariga. Primero, hay que pasar un dispositivo anti despistes, que han instalado los organizadores: La idea es, que cuando uno va pensando en sus cosas, se levanta el dispositivo en formato de raíz, o tronco de tojo mal cortado y… ¡BOOM! Paradón y carrera acelerada. Tienes menos de dos metros para conseguir mantener el equilibrio. Luego alguno incluso sujeta la bota con las dos manos a la altura de la rodilla, y gira a modo de peonza sobre la otra pierna entonando un canto inconexo mirando al cielo.
Tres horas más tarde, llegamos a la Playa de Niñóns. Se trasladan los conductores a Malpica para recoger el resto de coches y dirigirnos al bar Falora Folk, de Ponteceso, donde se toman las cañas. Esta vez la tapa dio para todos.
Los que se quedan en el hotel degustan una comida para leñadores, recuperando mas de 500 calorias en el cómputo global. En esta ocasión no hay petardos sorpresa.a
Niñóns-Ponteceso: 21/06/2015.
Salimos de Niñóns antes de las nueve y media. Lo hicimos cruzando la playa y siguiendo por un sendero arbolado que nos lleva a la rocosa costa. Muchas cruces marcan zonas estratégicas de expercebeiros.
Tojos y helechos de gran altura cubren los senderos.
Poco antes de la Playa de Barda, un congostreño aburrido, quiso reactivar la atención del grupo. Agazapado entre la maleza, espera el paso del grueso del grupo, y al llegar a su altura, emite un gruñido que asusta a las más cercanas.
¡huuuu!, asustaba el supuesto bicho,
¡Aaaah!, se asustaba el grupo,
¡Eh, que son eu!, tranquilizaba el bicho,
¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaah!, gritaban más.
El plátano lo tomamos el monte, a la sombra de los arbustos. Uno en lo alto de una roca de dudoso equilibrio, decía que hacía fresquito.
Casi dos horas más tarde, llegamos a la Aldea do Roncudo. En una restaurada casita había una terracita y un pilón con agua fresca. Como no había nadie, nos dimos permiso para recargar líquidos. En esta pequeña aldea deshabitada, nos topamos con una pareja de andarines rápidos.
Ya hidratados, nos dirigimos, cual quijotes, hacia los molinos del parque eólico. Allí los andarines rápidos nos adelantan muy orgullosos. No conocían tan bien el camino como nuestra guía, así que tuvieron que retroceder en alguna ocasión. Al querer recuperar lo perdido, aceleran el paso en una polvorienta bajada, con tan mala fortuna que ella se dio alguna culada.
Sobre las dos de la tarde, avistamos el Faro del Cabo Roncudo. Al abrigo de sus muros, comimos los bocatas. Alguna agradecía una rebequita, para tapar el frío viento. Mientras comíamos, aparece un autobús. El cansancio nos hizo creer que era cosa de la organización. ¡Qué equivocados estábamos!
Desilusionados, nos dirigimos a Vila de Corme. Allí nos llama la atención una casita de tres alturas y una única ventana por cada planta.
En una sombra, el guía aprovecha para reagrupar y contar una anécdota:
- Un ricachón con problemas de oído, observaba como su familia hablaba sobre él con pena.
- El pobre señor, al ver la preocupación de su familia, decide poner remedio y va un otorrino americano a operarse.
- En la revisión semestral, el médico le pregunta:
- ¿Qué tal oye? Perfectamente, doctor.
- ¿Qué opina su familia del cambio? Aún no se lo dije, pero ya cambié el testamento 10 veces.
El resto del sendero no fue tan gracioso. Después de la Playa da Ermida, subimos un monte al abrigo del viento y con unos grados más de los necesarios. Íbamos como chorizos al horno !!.
Aparecimos en el bar de la Playa de Balarés, con aspecto desaliñado, al acercarnos a las sillas del bar, el camarero dice alarmado: ¡Eh, no pueden sentarse aquí!. ¿No podemos tomar una cerveza?, dice un congostreño. ¡Ah, entonces, sí!, asienta el camarero.
Salimos como un tren de mercancías hacia Ponteceso. Primero sale la locomotora, luego se van acoplando vagones. Tres congostreños a paso militar toman la delantera y el resto del grupo los sigue. A las siete menos veinte, tomamos Ponteceso. Mientras los conductores salen a por los coches, los más sofocados se refrescan en el bar Rosalía.
Desde aquí… cada mochuelo a su olivo.
¡Hasta la próxima! Abur…
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