CRÓNICA DE UNA MOJADURA ANUNCIADA

Ante la situación metereológica  que tuvimos la semana pasada, se había estado desde el lunes haciendo seguimiento de la previsiones en Sistelo. Estas daban lluvias, pero moderadas y a intervalos débiles. El  jueves seguian dando lluvias moderadas, pero  anunciaba rachas de viento de 70 kms, pero a partir de las 15 horas.
 Pero viendo lo que estaba cayendo,  y a instancia de una veterana que nos recordó  que los regatos que habíamos encontrado en  Sistelo, después de lo que había caido,  iban a estar convertidos en ríos e imposibles de cruzar,  el viernes,  a última hora,  en una reunión urgente del gabinete de crisis,   se optó por la ruta "fácil".





A Lama (Pontevedra) 13/02/2016

Crónica de una mojadura anunciada.

Lama: lodo, fango, tramo de tierra del camino reblandecida con la lluvia, que se va licuando con el paso de ganado o personas. Se suele presentar en caminos sombríos.

Con esta descripción… ¿Qué esperabais encontrar, almas perdidas? ¿Palmeras en la nieve?

Sobre las diez y cuarto, salieron quince personajes que estaban preparando oposiciones para RANAS y les tocaba hacer prácticas. Comienzan la andadura en las inmediaciones del bar Casa Florencio, justo donde se encuentra el Río Barbeira con el Verdugo. Un letrero conmemorativo de los participantes en la rehabilitación del sendero sobre el Río Barbeira, daba comienzo al camino. Uno de los participantes dirigía el grupo.

“Vamos O Peso”, dijo una voz. Hay un cruce de miradas entre las congostreñas. Incluso alguna se sonrió. Seguro que pensaría: A ver cuál es la gordita que no pasa. “O Peso”, que algunas confundieron con una báscula, se trataba de una localidad que estaba a un kilómetro y hacia allí nos dirigimos.

El mantenimiento habría sido privatizado y los operarios habrían cogido unos días… los caminos estaban hechos una pena. El agua ocupaba literalmente todo el espacio transitable.

Los encargados de la climatología, del turno de tarde, tuvieron algunos inconvenientes:
Paco: ¡Coño, que  hoy es día trece!
Pepe: ¿Y qué?
Paco: ¡Que mañana es catorce de febrero!
Pepe: ¿Y qué?
Paco: ¡Que mi mujer me dijo que mañana es catorce a ver si se me ocurre algo!
Pepe: ¿Y qué?
Paco: ¡Coño, que es el día de los enamorados y no compré nada!
Pepe: ¡Ah! Pues tenemos mucha lluvia que despachar esta tarde y no vas a poder salir a tiempo…
Paco: ¿Y si metemos en el dispensador la lluvia con viento? Así pasa más rápido.
Pepe: ¡Vale! Además podemos poner un poco de niebla para que no se vea la cagada.
Paco: Pues que se jodan estos pringaos, ahí va todo…

Llegamos a un recinto de festejos de O Peso y desde allí visitamos la capilla de Sta. Mimnia custodiada por dos guardianes caninos. Lo rodeamos y admiramos. También cruzamos unas voces con los guardianes. Uno de ellos nos acompañó gran parte del camino.

Lo bonito duró poco, nos fuimos a ver un puente romano que también vendían “al peso”. El estado de los caminos suscitan las primeras críticas: “Sí, sí, mucho avisar que traigamos botas, pero no tienen en cuenta que algunos no sabemos nadar. Nadie avisó que hacían falta flotadores”

El puente era pequeño pero muy funcional, lo más asombroso que tenía era que nos llevaba al otro lado del río sin mojarnos los pies. Estaba totalmente cubierto de musgo y  líquenes. Lo habían construido los romanos, pero se habían marchado hacía ya un buen rato.

Después de fotografiar el elemento arquitectónico y sus ocupantes, nos volvimos a subir el camino que gustosamente habíamos bajado. Esta vez llegamos a una casita cuyos moradores parecían ocuparse del reciclado de todas las farolas de la localidad “As Chozas”.

Buscamos un camino con la suficiente agua que mereciera la pena seguir para ir a  los molinos del Río Barbeira. Los caminos los encontramos, con los molinos no tuvimos tanta suerte.

Después de buscar entre los  árboles, entre la maleza, bajo los helechos, e incluso entre el follaje caído, no aparecieron. La gente no se resignaba a no ver tales obras, ni un fuerte chaparrón consiguió que nos pirásemos. Quedamos parados por grupos. Parecíamos asistentes a un entierro, hablando de todo menos de los molinos. Desconociendo la causa, al comenzar a moverse el primero, los demás lo seguimos.

Nos vamos hacia Portela das Eiras, pero para ello tenemos que sortear unos caminos-ríos. Lo hicimos por un campo contiguo que dejaba ver alguna hierba sobresaliendo a la riada. También tomamos la iniciativa de crear nuestro propio sendero a través de alguna silvadera. No nos quedó muy bien, pero como sería de un solo uso, no nos esmeramos mucho. Y todo ello sin apenas mojar las rodillas.

Nos quedamos a unos metros del molino de Portela, pero como no teníamos gafas de buceo ni aletas, no podríamos verlo en todo su esplendor, por  ello lo dejamos para otra ocasión.

De puente a puente, tiro porque me lleva la corriente. La corriente, literalmente nos llevó a ver el puente romano de San Lorenzo. Era de dos arcos y estaba igualmente tapizado con musgo. A la entrada, se veía un santuario que representaba las tres opciones de un pecador: infierno, purgatorio  y el olimpo.

Cuando la duda nos visitaba, buscábamos el camino con el mayor caudal de agua y remábamos camino arriba. Con este criterio, llegamos a un lugar llamado “Pozo Negro” después de pasar por el anuncio de varios molinos, pero sin poder visitar ninguno.

Pasaba de la una y media y ya parecía oírse la frase “¿cuándo se come?” grabada a fuego en algún congostreño. En el palco de actuaciones del recinto de festejos de Barbela, justo a los pies de la capilla de su señora de Lourdes, pudimos comer el bocadillo. Aunque allí no llovía, alguno tomó el bocadillo como las gallinas: pan mojado con fiambre.

Un congostreño veterano, nos ve mojados como pollos, así que saca del morral, un termo con caldo de gallina calentito. Va ofreciendo según el estado de emergencia térmica. Después del succionador de veneno de serpiente, esta fue la mejor idea que ha tenido para el botiquín.

Una congostreña con buen saque en las tereas del comer, decide invertir su tiempo en ponerse sequita. Cuando el grupo se levante para irse se oye una queja: um, um, um, no da um, um, um, tiempo, um, um,um, a comer nada...

Volvemos a los ríos, en otro tiempo caminos. Nos encaminamos hacia Covelo. Apenas pasada una hora del bocata, toca navegar por un sendero de grandes rápidos. Una congostreña, ya veterana, temerosa en las montañas asturianas, se vino arriba, y en un momento dado, con el agua por las rodillas, parecía querer lanzarse a bucear. Un congostreño lo evita agarrándola de la mano. Seguramente pensó: “Mujer, que te va a dar un corte de digestión, aún no han pasado las dos horas reglamentarias después de comer”.

Otros miembros del grupo, no tan temerarios, deciden dar un rodeo a los rápidos subiendo por una empinada ladera. Tres hermosos caballos presencian la aventura al resguardo de unos matojos.

Poco más arriba, cruzando una zona enfangada, otro congostreño solitario, introduce una pierna en un socavón. Justo hasta donde empieza la otra, a la altura de las bolitas. Fue muy rápido, como un polvo chino: hummyatá. Entrar y salir. Cómo es costumbre en estos casos, al levantarse, se otea alrededor para ver a cuantos tiene que dar explicaciones. No hubo suerte cada uno se preocupa de su paraguas.

Antes disponíamos de una congostreña que se encargaba de las caídas, pero hace mucho que no viene y esa tarea ahora corre a cargo del mejor situado. A veces la repiten varios, otras no lo hace nadie, hay una total falta de control.

Llegados a una zona alta donde soplaba el viento, estaba proyectado un flashmob denominado la danza del viento.(Flashmob:es una acción organizada en la que un gran grupo de personas se reúne de repente en un lugar público, realiza algo inusual y luego se dispersa rápidamente).

La idea inicial era que alguien diera la salida y todos a la vez fuesen siguiendo las instrucciones: paraguas hacia arriba, paraguas hacia abajo, como los gorilas…

Un desastre. Una total falta de coordinación, cada miembro movía los paraguas sin ton ni son. Hacia la derecha, izquierda, girando sobre su propio cuerpo,  incluso los volteaban del revés el paraguas al capricho del viento. Uno incluso metió el asa del paraguas entre las piernas, sujetó las ballenas con las dos manos en cruz y con la boca la parte superior ciñendo la tela al cuerpo. Goteaba casi más por los codos que por la cara, pero lo único que consiguió fue que de un paraguas de siete parroquias, se quedó solo con cuatro.

Llegados a Covelo, en Outeiro de Xián nos encontramos con una de tantas supersticiones. A los pies de una gran roca con forma de huevo demás de tres metros de altura, hay un cartel que dice: “Se queres casar una pedra debes tirar e enriba do outeiro ten que quedar”.

Algunos tiraron la piedra para probar, pero un congostreño entornaba los ojos y buscaba alrededor. ¿Qué buscas preguntó? Otro congostreño. Por donde se sube respondió el que buscaba. ¿Para qué? Volvió a preguntar el curioso. Hombre, si se queda la piedra para casar, si subes y la quitas, podrás descasar, ¿no? Y sale más barato que un divorcio.

Sobre las cuatro, llegamos a la confluencia con el río Verdugo. Casi todos habíamos cambiado el agua a las botas varias veces. Después de ciertas desavenencias con el Verdugo llegamos a Carrizáns. Aquí nos reciben unos cuantos perros con el discurso aprendido, que si guau guau, que si guau guau. Lo de siempre.

Volvemos “O Peso” y de ahí a los coches. En un contenedor cercano, nos fuimos despidiendo de nuestros maltrechos paraguas, convertidos ahora en pañuelos con ballenas. Un congostreño sentimental, intentaba aprovechar la tela. Decía que podría aprovecharla para un bañador.

El recibimiento del bar Florencio en el comienzo de la pateada fue un poco frío, pero ahora, se ha superado: Teníamos el garaje todo para nosotros, pudimos cambiarnos de ropa, quitar la mojadura y poner una sequita. Luego dentro, nos habilitaron un reservado con atención personalizada para tomar bebidas calentitas, mientras se podía ver la final del partido. Todo un lujo.

Desde aquí… cada mochuelo a su olivo.

¡Hasta la próxima! Abur… 

2 comentarios:

Carmen dijo...

Cronista,tu eres grande,muy grande.El fotógrafo por supuesto también. Cuando no voy vuestro trabajo hace que disfrute en diferido de Congostra. Carmen de Domaio

Antonio Vidal dijo...

Estupenda crónica, pero creo que se te olvidó mencionar que " nos llovió un poco".