Forcas (Ourense) 03/11/2018
No
era frente al puesto de rosquillas, ni en el bar Pepe. Encontramos a los primeros pateantes, dando
patadas a unos erizos para sacarles el fruto. Estaban bajo un castaño y apenas
levantaron la vista.
Casi
sin saludos, solo con la mirada y gestos, ya se comunican. Salimos ya pasados
diez minutos de las diez. Pronto tomamos sendero transitable libre de asfalto.
Íbamos de miranda. Llegamos a la media hora a un pueblecito llamado “A
Miranda”, cuatro casitas se dejaban ver, habitante ninguno.
Los
carteles anunciaban la presencia de aves: córvidos, paseriformes, rapaces (y
rapazas), pero no vimos na de na, seguro que estaban ocultos. Lo que no se
ocultaba a la vista del caminante, era una hendidura entre montañas por donde
circulaba un buen regato que lo disputan entre el Sil y el Mao. También querían destacar orgullosas, algunas
setas coloridas (amanitas) y alimentarias (boletus) que asomaban entre las
hojas ya marchitas.
Al
paso por el barrio do Cruceiro, subimos por un estrecho sendero en busca de la
necrópolis de San Víctor, pero no aparecieron ni Víctor ni las nécoras. Lo
primero que destacaba en el camino era una frondosa “higópolis”, que aprovechó
un congostreño para escudriñarle los últimos higos que le quedaban.
Dado
que ese camposanto quedaba a desmano y que coincidiríamos al regreso por el
mismo sendero, nos desviamos entre campos de cultivo y pequeñas casas. Llegados
a la plaza mayor del pueblo de San Lorenzo, (cuatro casas) notamos la falta de
dos congostreños que no tenían interés en las almas y no siguieron al grupo. El
guía intenta la localización telefónica, con la suerte de tener cobertura, que
no siempre la hay. En el momento de comunicarse, se producía cierto eco que oía
todo el grupo sin necesidad de teléfono. Estaban hablando entre ellos con
apenas tres metros de distancia separados por una vieja pared. Los demás, que
gozaban de la visión de los dos interlocutores, se preguntaban si era un
diálogo de besugos o alguna obra teatral espontánea.
Bajamos
por el centro del pueblo, por un camino hormigonado hasta la ladera del río. Al
llegar a la entrada del pueblo, nos advierten de que una congostreña, muy
emotiva, se hizo daño en el corazón y solicitaba atención. Con un par de
tiritas, se le dio remedio al dedo lastimado. Continuamos a orillas del Río
Mao. Parece un regato visto de lejos. Un barco de recreo lo recorre dejando una
estela a su paso.
Subimos
río arriba hasta la zona del salto hidráulico del Mao. Confluían junto con el
río, gente despistada que se dejaba los enseres por el camino. Una buena señora
iba recogiendo y colgando a la altura de la vista: una bolsa, un saco… Es
sabido por todos, que si pierdes algo, eso rebota y va a parar colgado a dos
metros del suelo, por lo que si encuentras algo que no es tuyo, deberías
colgarlo a la altura de la vista para ayudar al propietario que lo busca.
Este
sendero nos lleva a los pies de una gran pasarela de madera. No lo tomamos,
cruzamos el puente sobre el Mao y al otro lado, nos tomamos el plátano, luego
continuamos por el sendero “A Teixeira” con intención contemplativa desde un
mirador. Fue en esta zona, donde un lugareño, mantuvo un coloquio con el grupo,
sobre la idoneidad o no de recolectar frutos por el camino.
Volvemos
sobre nuestros pasos, para continuar subiendo por la larguísima pasarela de
madera. Hay gente que viene específicamente para recorrer este puentecito de un
lado a otro. Una masa de congostreños se fotografían en pose de postureo para
foto grupal.
Al
final de la escalinata de madera, se encontraba el “Albergue a Fábrica da Luz”.
En las proximidades, había unas mojadas mesas de madera, que tomamos para
zampar los bocatas. Una voz en off nos comunica que las mesas son para clientes
del bar, y nosotros desembolsando los bocatas, no teníamos pinta de clientes.
¡Qué razón tenía! No le compramos ni las cervezas, nos fuimos para unas piedras
a la salida y allí, tan ricamente, nos comimos los bocatas, y algún suertudo se
tomó una cerveza.
Continuamos
sendero arriba para volver a confluir en San Lorenzo, justo debajo de un nogal
cuyos frutos están, ahora, secos en el suelo. Ese pueblecito donde un par de
actores realizaron una comedia telefónica.
Ahora
sí, ahora nos dirigimos a ver la Necrópolis Medieval. Se trata de unos hoyos
en las rocas a ras del suelo que alguna vez contuvieron carne. El lugar evoca
sugestión, y una congostreña afirmaba ver perfectamente los cuerpos ocupando
las cavidades rocosas. Subimos todos a la roca más alta, para tener perspectiva
sobre los hoyos excavados en piedra.
Continuamos
subiendo por el sendero hasta el viejo canal, que ahora sirve como sendero. Para
dar ánimos, el guía nos promete que a partir de aquí, solamente queda sendero
llano y descendente, así que recorrimos gran parte del antiguo canal y
llaneamos cuesta arriba hasta el nuevo. El nuevo estaba más limpio, pero el
sendero que lo recorre, era mejorable.
Llegados
a un punto del reluciente canal, del que acababan de soltar el agua y acumulaba
altura, se presenta una dicotomía: retroceder doscientos metros para ver un
prodigio arquitectónico romano, o continuar llaneando cuesta arriba. La gran
mayoría fuimos a ver el puente romano. Se aprecia mejor desde abajo que sobre
él. Se trata de un único arco de medio punto con una bóveda de cuatro metros y
medio.
Los
fotógrafos, necesitaban un elemento real para crear una perspectiva. Se les
ocurre pedir al único congostreño camuflado, que se ponga en
lo alto del puente. No sé cómo resultaría el experimento.
Salimos
tras los desertores, caminando sobre los falsos llanos, hasta Forcas. Nada
había cambiado. Los primeros estaban dando patadas a los erizos para
arrancarles el fruto.
Las
cañas tuvieron que ser en un bar de carretera. Debió ser por la voz en off, que
algunos se tomaban el resto del bocadillo a escondidas bajo la mesa. Cervezas y
café, sí, pero tapita… no, tapita no.
Quedan
dos horas de carretera y poca luz, así que casi sin bicos ni abrazos…
Cada
mochuelo a su olivo.
¡Hasta
la próxima! Agur…
1 comentario:
Como siempre una bonita crónica Miguel...estoy pendiente de que haya una pateada un poco adecuada para los que estamos menos "canchas".
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