El hospital psiquiátrico Congostra
decidió poner en práctica un programa piloto consistente en que sus pacientes
realizasen un recorrido por el monte, para comprobar si así la terapia
resultaba más efectiva. El lugar elegido fue Viana do Castelo. Se trasladaron
hasta el lugar en coches particulares, ya que ninguna empresa de autobuses
quiso hacerse cargo de unos locos con bastones con los que podrían golpear al
conductor.
En Congostra se pueden ver diversas
patologías. Como la ley de protección de datos no permite referirse a estos
pacientes por sus nombres, los llamaremos por sus patologías.
Un caso es el paciente que saca un
aparato GPS y dice que una voz divina le indica por donde caminar. Otro caso es
el del paciente que presenta un desdoblamiento de personalidad por el cual se
sale de los caminos marcados y se va tojo a través creyéndose una cabra
montesa. También está el caso de una paciente que habla inglés en la intimidad,
creyéndose la primera ministra británica. Luego está esa paciente que te asigna
cita previa para un supuesto médico en un supuesto hospital de Pontevedra. Sin
olvidar el caso del paciente que se cree un militar, viste como tal y piensa
que está de maniobras en Afganistán.
Así pues, con semejante percal, llegaron
a Viana do Castelo para su terapia senderista. Comenzaron sobre las 10:50 de la
mañana, después de dar considerables vueltas por la ciudad buscando el punto de
encuentro de los pacientes psiquiátricos. Durante el viaje llovía copiosamente
(un tiempo de locos).
Comenzaron a caminar frente al hospital
Santa Lucía. Al poco de empezar la primera subida, notaron estos pacientes que
se les enterraban los pies excesivamente en el barro, tanto que uno decía:
“¡¡¡arenas movedizas!!!”. Hubo que seguir por un lateral del camino para que no
cundiese el pánico tan temprano.
Sobre la base de un cruceiro que
encontraron minutos después, el paciente con patología de cabra montesa dice:
“aquí foi onde morreu Jesucristo”. Probablemente, no había tomado su
medicación. Y siguiendo monte arriba, en
la conversación se acusó a uno de los congostreños allí presente de ser
sospechoso de ser cronista. Las reacciones no se hicieron esperar:
-
E parecía parvo.(dice una
paciente con memoria de pez)
-
Este fala pouco, pero pensa
moito. (dice el paciente con patología de cabra montesa)
Finalmente, acusado de cronista señalado
por este sanedrín improvisado se escabulle para evitar su crucifixión.
Unos pocos kilómetros después, la
congostreña que se cree Thatcher dice que al volver a casa tendrá que llamar antes
de entrar, no vaya a ser que su pareja no esté precisamente sola. Lo que
provoca cierta hilaridad entre el resto de pacientes.
Y unos momentos después, los pacientes
del hospital psiquiátrico Congostra llegan hasta el monasterio de San Francisco
do Monte. Una construcción en piedra, fundado en el siglo XIV y que actualmente
se encuentra en ruinas. Allí los pacientes recorrieron todas las estancias,
desde abrevaderos para ganado, ventanales que parecían acomodados para la
lectura, lugares para lavar, etc.
A la salida misma del monasterio, los
pacientes deciden hacerse una foto de grupo en un cruceiro, y la utilizan
algunos de ellos para enviársela a los pacientes que no han querido venir para
no mojarse, con ánimo de darles envidia.
Al salir de este monasterio, el recorrido
transcurre por un paisaje de eucaliptos y grandes piedras en el suelo. El
tiempo ha cambiado y se ha hecho mucho más llevadero. Los pacientes critican
con severidad a otros pacientes que no quisieron venir por el mal tiempo. Al
parecer, mientras que el tiempo ha mejorado mucho en Viana do Castelo, en Vigo
sigue lloviendo mucho, lo que provoca la risa maliciosa de los pacientes
caminantes: “mira que non querer vir por non mollarse, e agora se mollan eles
alí”.
Más adelante en el recorrido, se aprecian
unas trincheras excavadas en el suelo, dicen que hechas por unos boy scouts. El
paciente con patología de cabra montesa se oculta dentro de una de esas
trincheras, decidido a dar un susto a alguien. Uno de los pacientes (que se
cree una miñoca) se acerca a la trinchera con curiosidad y se sobresalta con el
grito del paciente con complejo de cabra montesa.
Tiempo después, llegan a la localidad de
Baldio de Areosa, donde se encuentran una “carreira de tiro militar”, o para
mejor decir, un lugar para prácticas de tiro del ejército. Alguna de las
pacientes allí congregadas le dice al congostreño que se cree un militar de
maniobras, que mejor se puede quedar allí. El aludido no contesta, pero pone
expresión de mandarla al carallo.
Después de unos kilómetros, alcanzan a
ver el río Limia, llamado en Portugal río Lima. Y poco después llegan a la
parte alta de Viana do Castelo, pasando primero por la magnífica piscina de un
hotel. Los pacientes lamentan que una cristalera les impida el acceso a la piscina,
pero casi fue mejor así, teniendo en cuenta el hábito de algunos congostreños
de bañarse en pelotas en cualquier sitio con agua, lo que provocaría que el
personal del hotel avisase a la guardia nacional repúblicana. Las vistas del
río son magníficas, dignas de una postal.
Al llegar al santuario de Santa Lucía, el
paciente con complejo de cabra montesa se pone a bailar la muñeira con una
estatua de una mujer bailando, pero tocándole las tetas. Probablemente, este
paciente seguía sin tomar su medicación.
Tras esta visita, los pacientes hacen
parada en una cafetería, donde se da la circunstancia de que todas las mujeres
toman una consumición dentro de la cafetería y
todos los hombres se quedan fuera. Qué lejos quedan ya aquellos tiempo
donde estaba mal visto que las mujeres estuviesen en los bares y cafeterías.
¿Será al revés ahora? ¿Tendrán los hombres que reivindicar sus derechos?
Tras el piscolabis, los pacientes del
hospital psiquiátrico Congostra prosiguen su caminata. Al adentrarse en el
bosque, el grupo se divide en dos: un grupo más adelantado y otro que queda más
rezagado por ir de rollo y sacando demasiadas fotos. Los pacientes del grupo
adelantado, al ver una caseta abandonada, deciden esconderse dentro de ella,
para que cuando lleguen allí los pacientes del grupo rezagado, no sepan por
donde hay que seguir. Efectivamente, los del grupo rezagado, loquean
preguntándose por donde será el camino y dónde se habrán metido los demás.
Finalmente, los escondidos deciden aparecer fingiendo que han dado un rodeo.
Cosas de locos.
Más tarde, los pacientes llegan a la
aldea de San Mamede, donde hacen parada para comer. Allí pueden observar una
ranura donde el cura del pueblo recoge las limosnas de los fieles, al lado de
la cual puede leerse un cartelito que dice: “Nao venha con conselhos”, es
decir, no me venga con consejos (y suélteme la pasta, solo le faltó añadir).
Los congostreños se van del lugar haciéndose una extraña foto con la pierna
estirada sobre una piedra. No hay que buscarle explicación, son pacientes
psiquiátricos.
Posteriormente, llegan a un lugar llamado
Aldeia Vella. La paciente con memoria de pez, al ser preguntada por el nombre
de este pueblo, dice: “este sitio se chama Entreportas”, señalando el cartel de
una empresa inmobiliaria. Se forma el descojone en el grupo.
Pocos kilómetros más tarde, la
congostrada comienza un recorrido por una canalización de piedra para trasladar
agua. Se advierte que hay que tener cuidado, por la estrechez de la
canalización y por los posibles resbalones. Recorren de esta manera unos 3
kilómetros, con algún desvío para ver ramificaciones de esta canalización. En
una parada del recorrido, una paciente con tendencia a caerse es fotografiada
en primer plano, a lo que responde: “no publiques eso ni de coña, que se me ven
las arrugas”.
De ahí a un poco, el recorrido de la
canalización lleva hasta un puente de unos 8 metros de alto, rodeable por los
lados a la altura del suelo, pero que algunos de los pacientes más graves
deciden atravesar sin bajarse del
puente. Y poco después se repite esto mismo, pero con 2 puentes de gran altura
uno al lado del otro. Otra vez algunos de los pacientes lo recorren desde lo
alto, entre ellos la paciente que se cree Thatcher y el que se cree que el GPS
le envía una voz divina.
Dejando atrás estos puentes, la paciente
con tendencia a caerse, efectivamente se cae una vez más. De no ser así, no
sería ella misma.
Los pacientes terminan su recorrido
llegando a Viana do Castelo y tomándose unas cervezas después de dar muchas
vueltas por la ciudad sin decidirse por un bar.
Parece ser que esta terapia senderista ha
dado buenos resultados con la salud mental de los pacientes del hospital
psiquiátrico Congostra, motivo por el cual se ha decidido programar nuevas
salidas por el monte. Les mantendremos informados.
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