CRÓNICA RUTA XIX ANIVERSARIO

 

Cabo Home – Monte Facho (Cangas ) - 19/09/2020

 

Para llegar a la playa de Areamilla, hay que conocer el lugar, o te arriesgas a dar más vueltas que un tiovivo. A pesar de todo, conseguimos llegar puntualmente.

Salimos sobre las diez, los dieciocho condenados. Después de unos pocos pasos, nos adentramos en un largo túnel, estaba excavado en la roca y tenía escasa visibilidad, a pesar de ello, notaba que fue excavado a puro martillazo.

Cerca de la salida del túnel, había dos grandes socavones vallados para evitar desgracias. Las llaman furnas. Son unas cuevas creadas por la erosión del mar contra la roca de la costa.

Continuamos el sendero que nos lleva a la Playa de Santa Marta, que cuenta con un camping. A pesar del buen clima estaba vacante.

Encontramos una piscifactoría decorada con unas uralitas en tonos verde alga, que cubría todo el largo de la Playa de los Castros. La próxima playa era la de Nerga, dónde las tradicionales barquitas de los pescadores compiten por el espacio con los bañistas, surfistas y kitesurfistas. El kitesurf es un deporte que consiste en navegar sobre las olas en una tabla de surf y realizar maniobras en el aire, ayudado de una cometa (en inglés, kite). Como no queda bonito en español… (Surf=navegar; Kite=cometa), navegacometador, no suena bien, dónde va a parar, kitesurfista lo peta.

El nombre de la siguiente playa, Viñó, nos sugería unas tapitas regadas con un buen caldo. No sé si serían las prisas, pero no encontramos nada de “viñó”, ni “aguá”, así que seguimos a palo seco, hasta Barra.

La Playa de Barra es ventosa, con oleaje moderado y aguas frías, con arena blanca y fina, apropiada para pasear. En verano, es curioso ver como durante los paseos, a unas les hace tilín y a otros tolón. A pesar de lo mucho que allí se juega, solo vimos un par de pelotas que se giraban al vernos aparecer a los mochileros.

Tomamos un camino dirección Donón, monte Facho. Alli nos encontramos una estructura de tubos de acero que formaba una caracola. Este lugar es el fondo de muchas fotos de recuerdo.

En la parte inferior del “Monte do Facho”, nos tomamos el plátano. Una vez arriba, grandes ráfagas de viento saludaban al visitante. Por el camino, había rótulos que indicaban que fijásemos la atención en unos grabados de las piedras cada cierta distancia. Era el “Camiño dos Lameiros”. Este camino es conocido por la subida al Santuario galaico-romano que se ubica en la cima. Por esta antigua calzada empedrada circulaban los carros ya que era el camino que unía las aldeas de Donón y Vilanova; todavía podemos observar sus huellas entre las piedras.

Esta zona fue lugar de peregrinación ya entre los siglos II y IV, cuando los peregrinos subían a la cima del monte y clavaban en la tierra su "ara" o altar, que consiste en una columna de piedra labrada y dedicada al dios Berobreo, al que le pedían salud, se puede comprobar en las inscripciones encontradas en latín: "Deus lari Berobreo aram posuit pro salute".

En este lugar nos hicimos dos fotos de grupo: una contra el viento, que hace volar nuestros cabellos y nos da un aire de misterio, y otra a favor del viento, que casi hace volar la cámara.

Actualmente en el altar, guardan carretillas, azadones, hoces…Yo cuando vi tantos aperos de labranza, dentro del altar de piedra, me alejé, no vaya a ser que Berobreo, me pusiera a currar, que estoy mal de lo mío.

Sobre las dos, continuamos por la costa de la Vela, dirección Cabo Home. pronto estábamos pisando tojos en dirección a un faro blanco con tres ventanas situadas de forma que no sé si me recordaban una flauta o la torre inclinada italiana. Era el Faro de Cabo Home. Situado en un lugar inhóspito, donde un imaginativo pintor, tomó una figura de una roca y la remarcó con pintura amarilla y motas en negro para destacar a un leopardo.

A pocos metros también visitamos un pequeño faro en tonos rojizos, conocido como “Faro de Punta Robaleira”, como el viento no cesaba, paramos poquito.

Tomamos el bocata en la tranquila playita de Melide. Había intención de acompañar los bocatas con unas cervezas frías, pero el chiringuito estaba cerrado. Aprovechamos la caseta para cubrirnos del sol. Algunos se dieron un baño a pesar de que el mar estaba un poco revuelto.

Cruzamos un área boscosa hasta el Faro de Punta Sobrido. Entre los caminantes había uno con necesidad de cariño, así que aprovechando la cuestión le recomiendan: “Si queres coller moza, tes que dar sete voltas o faro”. Sin pensárselo dos veces, se pone a dar vueltas por si acaso. Si más le piden, también las haría, el cariño tira mucho.

Llegamos al inicio de la Playa de Liméns. La marea había subido y el paso de la piedra a la arena estaba franqueado por el agua. Había que dar un buen salto. Los primeros saltaron, otros se descalzaron y algunos dieron la vuelta por carretera. Repostamos en una fuente y volvimos a los coches en Areamilla.

Nos comentan la cercanía de la Laguna Verde, así que fuimos a verla. ¿Qué te imaginarías con ese nombre? ¿Un precioso lago con aguas cristalinas reflejando la luz en tonos verdes? Pues no, nada de nada. Se trata de un lago de grandes dimensiones cubierto por algas, de ahí el nombre. Como fauna del lugar, estaban las ranas, algunos patos e incluso había dos garzas despistadas.

Las cervezas las tomamos en el chiringuito de Areamilla, justo donde cenaríamos. Las restricciones del covid-19 nos ubicaron en dos mesas. Cena excesiva pero muy rica. La compañía de lo mejor.

 

 

Y cada mochuelo a su olivo.

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