CRÓNICAS PATEADA 110

A falta de una tenemos dos crónicas, esto se anima.


En esta ocasión, doblamos los participantes de la pateada anterior. Muchos habituales y tres nuevas adquisiciones.
Veinte congostreñ@s salimos del Almas Perdidas un poco pasadas las nueve, y sin mayor percance, aparcamos en la ciudad de los puentes y las termas.
Lo primero que vimos colgando sobre el Miño, grácil cual mariposa: el Puente del Milenio, el quinto puente de la ciudad de Orense, construido bajo el diseño del arquitecto Álvaro Varela y el ingeniero Juan M. entre los años 1997 y 2001. Destaca por su diseño vanguardista y por el audaz sistema estructural empleado. El puente está constituido por dos niveles: el inferior es la plataforma de hormigón que conecta los márgenes del río y que tiene unas dimensiones de 23 metros de ancho por 275 metros de largo. Se sustenta gracias a un sistema de tirantes metálicos y a dos grandes pilares también metálicos inclinados y situados en los extremos. El segundo nivel del puente consiste en una pasarela peatonal que parece estar diseñada para la contemplación del propio puente y de la ciudad, ya que recorriéndola, no se llega a ninguna parte, aunque esto no fue óbice para que la mayoría de congostreñ@s hiciesen el ritual paseo por ella. Desde la cota de acceso se desciende levemente y, tras un punto de inflexión, empieza a ascender hasta llegar a unos 20 m de altura, empleándose para ello, si no los habéis contado, 100 escalones. En ese punto la posición del espectador resulta vertiginosa. A pesar de ello nuestro fotógrafo oficial aquejado de vértigo, se aventuró a acompañar a los más osados, para desde una posición, muy por encima del río, y con magníficas vistas de la ciudad a sus pies poder dar testimonio gráfico de su gesta.
Desde el mencionado puente, se puede ver… otro puente. Esta vez se trata de su antagónico. Si bien uno representa el futuro, el otro la historia. El Puente Romano es sin duda uno de los mejor conservados de todo el territorio nacional y une dentro de la ciudad de Ourense la zona centro con el barrio del Puente. El puente está situado en una zona que recientemente se ha dotado de mejoras en sus infraestructuras como un paseo fluvial, con zona de ocio, que utilizamos en nuestra caminata, parques y, al lado, el Pabellón de Deportes de la ciudad. Sólo quedan algunas piedras en las bases del original puente romano de la época de Augusto. En el siglo XII se reconstruyó por el obispo Lorenzo dando el perfil actual con arco apuntado, pero hubo que esperar al siglo XVII, en que Melchor Velasco aplica la solución definitiva. La torre que aparece en el escudo de la ciudad fue demolida en el siglo XIX. Tiene siete arcos y conserva sus 5 metros de ancho, 370 metros de largo, y su arco central de 37 metros de alto que fue el mayor de todo el imperio romano. Fue punto estratégico hacia la ciudad de Santiago de Compostela.

Y pasamos de puente a puente… porque nos llevaba un guía inteligente.
Maravillados por la grandeza de estos colosos, no caíamos en la belleza de lo sencillo, hasta que nuestro guía Carrizo nos hizo notar la disposición de las losetas de piedra situadas sobre un sencillo puente con las líneas magistrales en forma de tejado de dos aguas que rondaría los 20 grados en ángulo y soportadas por un único arco ojival. Los comentaros del guía se vieron interrumpidos por Ramón, que dotado con vista para la observación en labores de mantenimiento y prevención, nos hizo notar la existencia de una arqueta que evidenciaba la existencia de posibles cables o tuberías que atravesaban el puente. Esta última observación ponía en entredicho la antigüedad de tan bello puente. Tengo que decir en defensa de la antigüedad del puenteciño, que se ha restaurado por la Xunta en 1987, según rezaba en la placa puesta al efecto, por tanto queda restaurado el honor del puente y nuestro guía.
Dejando atrás la civilización, y tras unas cuantas cuestecitas más, nos adentramos en el mundo de los misterios. Esta vez nos dirigimos a visitar unas ruinas del siglo III-V d.C. (el significado de estas siglas es: tres vinieron después de montar un Cristo) según explicaciones de un congostreño que parecía serio al decirlo.
A pesar de la antigüedad de estas edificaciones, contaban casas con patio y galería, casa de dos plantas y dependencias accesorias y un conjunto habitacional con un curioso sistema de calefacción. Tan curioso que nos quedamos sin saber en consistía.
Siguiendo con la ruta, que parecía coincidir con una ruta llamada de las constelaciones, llegamos a un entrañable pueblecito. La sed que nos acuciaba nos hizo otear la zona en busca de un bar que la aplacase. La curiosa disposición de los utensilios de la entrada de una casa, nos hizo sospechar de la posibilidad de la existencia de un bar, error que nos corrigió el presidente de la comisión de fiestas y sus compañeras. Echamos unas distendidas parrafadas, y cuando sospechamos que no habría cerveza y que sí habría posibilidad de que intentasen sonsacarnos una contribución para los gastos de la pasada fiesta, nos despedimos y nos piramos.
Llamó nuestra atención que las puertas de las viviendas estaban franqueadas por dos botellas de agua de 1,5 litros. Surgieron varias teorías sobre este evento: unos decían que eran para que pudiesen beber los sedientos visitantes; otros que era para que no dejasen allí su marca territorial los perros; otros que era para que no acudiesen a la vivienda las hordas de hormigas veraniegas.
Subíamos por un sendero interminable, hasta el idílico lugar destinado para el merecido almuerzo. El compacto grupo comenzaba a disgregarse. El fotógrafo multiusos que hace las veces de "coche escoba" notó que faltaban dos de las nuevas adquisiciones. Nos dispusimos a esperar y ayudar en lo posible, pero parecía que simplemente iban contemplando el paisaje. Supimos más tarde que en realidad una de ellas había sufrido una contractura en tal parte que prefirió no decirlo. Más tarde, en pleno sarao de comensales, alguien preguntó, ignorante, que donde tenía la contractura la pobre chica. La respuesta surgió como un trueno "En el culo". Desconozco si era literal o si esta tenía el significado de " a ti que te importa".
Después de comer, descendíamos resecos en busca de una fuente. Carri nos comentó que no había fuentes con agua potable, pero que él había bebido de una anteriormente y todavía estaba en este mundo. Mientras estábamos pensando si arriesgarnos, se presentó un vecino de aspecto fornido ataviado con una camiseta blanca impecablemente planchada, un pantalón de chándal azul brillante también impecablemente planchado y unos zapatos negros recién lustrados. El robusto señor, al vernos beber de la sospechosa fuente, nos dijo que si queríamos agua fresca y natural, tendríamos que desviarnos un poquito y él nos guiaría hasta una fuente que merecería la pena. Tras seguirlo hasta los "máforos" que en su idioma quería decir semáforos (deducido por el contexto) nos encontramos con una fuente chuchurría que casi goteaba y aún encima tenía un letrero que rezaba: " Agua sin garantías sanitarias". Intentamos pedir explicaciones al señor con la mirada, pero sin inmutarse, señaló con el dedo la fuente y sin perder el paso nos dio la espalda y desapareció entre las casas. Una vez sofocada la sed, nos dirigimos hacia un pequeña iglesia para observar su majestuosidad. Nos encontramos que la corrupción urbanística también la había alcanzado, y la iglesia se encontraba sin terreno. Éste había sido usurpado por unos adosados del más allá, totalmente recubiertos de piedra de Porriño que mostraba la ostentación de sus ocupantes.
El resto de recorrido transcurrió sin percances por el sendero de las laderas del río. Se hizo un breve descanso sentados en el muro protector y se siguió hasta encontrar el tan preciado bar que sofocase nuestra sed.
Un Km antes de nuestro destino, encontramos una barcito. Tenía tres mesas en la acera, a modo de terraza con unas cuantas sillas ocupadas por lo que parecían ser clientes. Éstos, al ver tamaña tropa, se sintieron intimidados y fueron dejando sus sillas desocupadas y desapareciendo. Uno de ellos amablemente apartó su moto que entorpecía la hilera de mesas que se acostumbra a ordenar para dar cabida a todos. Habitaba este bar un curioso camarero que lucía una coleta y un rostro avolcanado a modo de acné a pesar de que ya había dejado los quince años había bastante.
Fue en esta reunión final donde una congostreña recelosa, incrédula, escéptica, suspicaz, desconfiada o maliciosa, propuso a una segunda congostreña que se ovacionase al guía con un aplauso para que se sintiera arropado y agradecido. Se secundó la moción por unanimidad y los aplausos y vítores sonrojaron un poquitín al ovacionado.
No sentó muy bien volver a caminar después de las cervezas, pero pasito a pasito llegamos a los coches. Despedida y hasta la próxima.
Miguel Carbó .


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“Te comunico que por votación unánime te ha tocado hacer la crónica”. Arredor da unha da mañán recibín esta mensaxe . Os de Congostra posuidos polos efluvios da festa de celebración do aniversario, decidiran de forma unánime otorgarme o privilexio de escribir esta crónica.

Ainda dubido que existira tal votación, máis ben por humana curiosidade, moitos quererán saber como foi nas pozas de Outariz. Acepto o encargo, máis escomencemos polo principio.

Quedamos unha vez máis no Almas Perdidas, ás 9 da mañan, cun obxetivo chamado “Roteiro periurbano de Ourense”.

E fumos chegando a contagotas ó lugar de reunión. Entre beixos, saudos, apertas e presentacións, coñecimos a tres rapazas novas que se estrenaban en Congostra. Cómo sería para elas esta primeira vez? Sera certo que non se esquence endexamais?

E partimos máis ou menos ben repatidos nos coches cara a cidade das burgas.

Periurbano significa arredor da urbe. En principio podes pensar que iamos facer unha andaina polas beiraruas de Ourense, parando nos semáforos, agardando que o moneco bermello tornárase verde para cuzar pasos de cebra, esquivando peatóns, respirando o bufo dos coches..., mais por sorte a meirande parte da ruta transcurre polo monte.

Escomenzamos a camiñada na Ponte do Milenio, subindo e baixando polas escaleiras do bucle que rodea a ponte pendurado como una cinta nas ramas dunha árbore. Daba a sensación de que aquelas escaleiras conduciran o ceo.

Unha vez en terra firme continuamos o camiño pola beira do Miño, como dice a canción de Andres do Barro, pippipipipipipipipipi....

O tren dos nosos pasos levounos ata o castro de San Tome, importante asentamento de construccións cuadrangulares, de arquitectura máis desenvolvida con patios interiores que comunicaban diferentes estancias e curiosos sistemas de calefacción.

As sendeiristas máis avezadas escalaron un balado en vez de subir polo camiño que daba ó nivel superior do castro, demostrando unha grande pericia e certo afán de protagonismo.

Seguimos camiño e pasamos pola aldea de … onde collemos auga no lavadeiro e departimos cos lugareños un rato, mesmo se ofreceron a chamar para que nos abriran o local social e tomar unhas cañas, pero non sei porque razón alguén dixo que non facia falta e quedamos coas gañas en vez das cañas, o calor empezaba a apretar.

O guía levávanos cara arriba con precisión suiza, polos camiños empedrados que se me antollan sempre fermosos como mosaicos de pedras gastadas.

De vez en cando faciamos unha paradiña para repoñer forzas e reunir o grupo. A rapazas novas viñan detrás, ben pastoreadas por Manolo quen cuidaba delas con todo esmero.

Por diante, cando o terreno repuntaba, mantiñase unha especie de pugna por parte de Miguel, Edu, Marian, e Nacho como outro divertimento mais, aparte dos propios do camiño.

Fai cinco anos cando fixeramos este pateo con Caminhantes, lembraba un intenso cheiriño das plantas arómaticas que poboaban a parte alta do monte: romero, tomillo, ourego, lavanda, máis nesta ocasión aquela sensación esvaecerase.

Paramos a comer nun pinar. O sitio estaba bastante ben, tiña sombra, o terreo era liso, ata podiase tirar unha boa sesta. Algúns inconformistas preferían unha carballeira, cousa que non existía en kilómetros a redonda.

Sentados sobor do pico ou agulla dos pinos, dimos boa conta dos bocatas (Pipas nos votou un dente), das galletas e do licor café, que xenerosamente Loli trouxo e repartiu para ledicia do noso paladar.

Despois deste punto, o camiño descende cara a cidade, entre carreiros, fincas e casas aisladas con extrañas piscinas de auga impoluta. Chegamos o paseo do rio... e asaltamos a terraza dun bar onde corrían rios de claras de limón e cervexas, despois de que algúns asumiran o papel de camareiros, pois os propios do local tiñan unha boa toalla.

E pouco a pouco entre nenas biciclistas e paseantes, chegamos de novo o punto de partida, a Ponte do Milenio, símbolo da modernidade da cidade das burgas, onde aparcáramos os nosos coches.

Neste punto produciuse una excisión no seo de Congostra, entre aqueles que marchaban directamente para Vigo, a desfrutar da cea de aniversario, e aqueles que ficaron a gozar das pozas termais de Outariz.

Por moito que me describiran as bondades de este maravilloso lugar eu non acreditaba, porque é algo que non se pode explicar con verbas, tés que experimentalo por tí mesmo.

Bicos e apertas!

Ate a próxima.

Nacho P. Betanzos

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