El Poso del Caurel

Hola, siempre que hice alguna crónica la traté de una forma muy notarial, relatando los hechos acontecidos, sin nada de adornos, y huyendo de la subjetividad.

Sin embargo, en esta ocasión quiero hacer una reseña un poco personal de la última salida, a pesar de la buena crónica de Miguel, y justo después de dos semanas de los hechos, habiendo dejado que el tiempo se llevara lo irrelevante y plasmar aquello que aún no se ha borrado, es decir, el poso que ha quedado en mi memoria, que es realmente lo que gratamente recordamos en aquellos momentos de nostalgia y de rememoración colectiva de nuestras andanzas.

Recuerdo la llegada a “As Laceiras”, esa pequeña ansiedad por encontrarme con el resto de componente de Congostra, interesarme por saber si al final estábamos todos y ver como nos íbamos a acomodar en las distintas casitas del lugar. Inmensa la labor de Fernando, el propietario de “As Laceiras” ( en gallego dícese de la tierra pedregosa, abrupta y poco apropiados para el cultivo), por como las reconstruyó con gran esmero, con respecto hacia la naturaleza, cuidando muchos detalles para buscar un equilibrio entre necesidades humanas y medio ambiente, huyendo de lo cómodo y buscando soluciones del propio entorno. Es gratificante encontrarse en un lugar así, apartado, tranquilo, frondoso y sin electricidad ( la energía que utiliza es solar) y construido utilizando los materiales que le brinda la naturaleza. Además, envuelve todo el conjunto con una acertada muestra de distintos elementos de flora y fauna. El paisaje hace el resto.

Me embarga una gran complacencia recordar la caminata hasta Salcedo, a la luz tenue de Selene y todo el firmamento plagado de estrellas, buscando en la inmensidad celeste donde estaba Venus, o la Osa Mayor, y mostrársela con gran satisfacción el lugar a aquellos que no ha tenido la suerte de dormir al aire libre, con el cielo sobre sus cabezas .

Así como la cena del día siguiente, que gracias a Julia y su buena mano para la cocina y la ayuda inestimable de Dionisos, se logró que fuera un momento entrañable, logrando arrancar las carcajadas de mas de uno, así como destapar el ingenio de Patricia, que consiguió acaparar la atención de su zona, siendo muy aplaudidas sus intervenciones.

También quiero rendir homenaje a aquéllas personas que se resisten a dejar el lugar donde nacieron y que gracias a ellos se mantiene un tejido social que hace que estos lugares se mantengan vivos, y que nos permite a nosotros poder disfrutarlos. Es el caso de los pocos vecinos de Valarmor y especialmente Xan, que vive solitario en Vilar, ofreciendo a los visitantes productos de la zona, y varios tipos de ambrosías y manteniendo con gran orgullo un museo de utensilios y demás enseres de labranza, propios de otros tiempos y que han ido quedando en desuso por las nuevas máquinas, pero que reflejaban el ingenio de los agricultores para aliviar el duro trabajo y que gracias a su tesón podemos conocer, y que él muestra y explica con toda la paciencia del mundo. Reconforta el esfuerzo de toda esta gente por preservar y transmitir unos conocimientos y costumbres centenarias.

Y finalmente, una anécdota, la primera noche, después de la cena, cuando ya todo el mundo trataba de acomodarse en el saco de dormir, salí a la casita donde estaba una lesionada para llevarle “reflex”, pasando delante de la bulliciosa casita donde Carri trataba de buscarse sitio, quizás un poco acongojado con tanta mujer a su alrededor, de hecho no pude evitar darle un grito de ánimo y ofrecerme a ayudarle si hacía falta . Al volver, todo estaba ya en calma, casi no había luz, solo la pequeña bombilla de bajo consumo que alumbraba la puerta de nuestra casita. Sin embargo, al llegar a ella vi una figura moverse al final del camino, allí donde casi no se distingue nada. La figura humana parecía ondularse, como si el viento se la llevara. Y la cara parecía resaltar sobre el cuerpo, como si estuviera pintada de blanco o llevara una careta. Me quedé un poco desconcertado, me dije, algún gracioso , y para dar muestra de entereza me acerqué a la figura que levemente se acercaba. A la luz de bombilla descubrí a uno de los nuestros que había salido a recoger las percepciones telúricas y las manifestaciones de la Pachamama, y que las registraba en su móvil, que era el causante de la tenue luz que en la oscuridad había dado esa imagen fantasmagórica, así como su lento andar fruto del estado de abstracción alcanzado. Por cierto, Carri no pidió ayuda en toda la noche.

Bueno, deciros que espero con ansiedad otra salida de fin de semana por esos montes perdidos y que te llenan de sensaciones sublimes : quietud, paz interior, calma, sosiego, tranquilidad, etc. , pero con la compañia de vosotros, pues las sensasiones y los sentimientos no compartidos tienen escaso valor.

Manolo.

1 comentario:

Nómadas dijo...

Aunque la objetividad es una virtud a la hora de escribir crónicas no es menos cierto que una visión subjetiva nos aporta un conocimiento más profundo de la persona que la escribe. Gracias por traerme de nuevo con esa visión tuya los mejores momentos compartidos no Caurel, Manolo.

Por cierto!!, la figura nocturna que recogía las percepciones telúricas acompañando una preciosa noche estrellada plagada de silencios que hablaban y que no se sabía en aquel momento humana o fantasmagórica, recogía su propia subjetividad para plasmar unas vivencias que no quedaran en el olvido. Gracias.

Salo P.