CRÓNICA PATEADA 114

Serra da Peneda:
Reunidos en el sitio de costumbre, nos encontramos con la puerta del bar cerrada. Proveedores y clientes aguardaban fuera a que la dueña se despertase de su pesado sueño. Muchos clientes nuevos que no pudieron desayunar ni aprovisionarse para el largo recorrido.
Es costumbre suponer que todos conocemos el lugar, pero siempre existen imprevistos que nos retrasan un poquito. Que si yo dije… que si yo entendí que… que si nosotros supusimos que… Lo cierto es que llegamos todos a Serra da Peneda, aunque un poquito tarde. Mientras esperamos unos por los otros contemplamos esos magníficos bloques de granito, un santuario en medio de la montaña, con varias cascadas cayendo desde la parte alta.

Conseguimos arrancar sobre las 11:00 hora española. El pistoletazo de salida, inmejorable. Todos salimos a la vez (no así la llegada) en sentido descendente y a través de largos e intermitentes tramos de peldaños de escaleras. Los primeros dirigían la mirada hacia atrás y comentaban bajito: “esto parece una procesión más que una pateada”. No era para menos, nos reunimos entre veteranos y noveles, 36 pateantes.

La duda nos corroe como pueden juntarse tanta gente nueva en tan poco tiempo, añadiendo que esta pateada concreta era media-alta. Supongo que “supusieron que…” se trataba de altura desde donde ver todo el esplendor de la sierra. Nada hay que decir sobre las nuevas incorporaciones, salvo una chica con problemas de asma y su pareja, que retrocedieron a media subida, el resto, aguantaron el tirón incluso mejor que algunos veteranos.

Aunque muchos ya conocían la zona, no dejaron de maravillarse por el paisaje, que constaba de monte bajo que colmaba todas las distintas montañas. Entre ellas se divisan tejados de pequeñas viviendas que los portugueses van manteniendo con sudor. Unas construcciones se ven muy antiguas, y otras con tejados renovados, pero sin desentonar, simplemente mejoradas.

Poco más se me ocurre hasta la hora de comer, que lo hicimos como señores, en una placita de San Bento do Cando, en unas mesitas diseñadas al efecto y rodeadas por una escalinata donde se sentaron los que ya no cabían en las mesas.
Ésta es la mejor hora, donde se alimenta el cansado cuerpo y se pasa lista y recuento. También se confraterniza con los nuevos y entre veteranos.
Los más rápidos en comer, hacen una pequeña inspección del pueblecito, de sus gentes y lugares, en espera de un sitio donde tomar algo calentito, pues hacía un frío de coj… (mucho frio). No hubo suerte con la gente, pues no había un alma ni un cuerpo, y la tasca estaba cerrada. También se realizaron fotos de la panorámica que ofrecía la ubicación del pueblo.

Una vez degustado el merecido almuerzo y regado con la más selecta agua potable, (alguno llevó cerveza, otra alcohol y no era para las heridas)(esta última frase está reproducida literalmente de la implicada), nos pusimos en camino, esta vez descendente unos kilómetros hasta el río, cosa que se agradece, pues con el buche lleno no apetece subir. Compartimos gran parte del ancho camino con un riachuelo que casualmente circulaba por el mismo sendero pedregoso.
Una vez despedido el riachuelo, desviado hacia unas fincas de regadío, una avezada congostreña se descolgó del grupo absorta en realizar comunicaciones sociales que no podían esperar. Nuestro compañero y fotógrafo advirtió el hecho, pero le comentó que ya lo alcanzaba. Comentó el peligro de distanciarse del grupo a otro pateador, pero este le informa que no suponía ningún contratiempo, pues ya conocía el camino, que lo había hecho en varias ocasiones, y que una había sido recientemente. Ante la seguridad de que conocía la ruta, seguimos tranquilamente. Pero pasados algo más que “unos minutos”, en la cola comenzó un revuelo: no da llegado la retrasada compañera. Se comunica la ausencia de la compañera al guía, a través de Walkie-talkie, pues la cobertura de móvil es escasa. Pero el guía nuestro había cogido por error otro sendero, y ella en su intranquilidad había corrido, un poco despavorida y en una dirección errónea. Se toma la decisión de seguir e intentar localizarla por móvil a llamadas intermitentes hasta lograr conexión. Una vez contactada se llega al acuerdo de que como conoce el camino nos esperamos en un punto ¿?, pero el consabido yo pensé… , yo supuse que… volvió a jugarla. Volvimos a contactar con ella en la cumbre y supimos que estaba bien y que seguía por otro camino, por lo que continuamos más tranquilos.
Los que no conocíamos las últimas noticias, caminamos con el corazón encogido buscando alternativas e interpretaciones de donde podría estar o por donde podría ir.
Llegamos a una preciosa laguna, donde nos reagrupamos todos y se hizo partícipe a todo el mundo de la tranquilizadora situación de la fugitiva.
En el precioso paisaje de la laguna, nos hicimos unas fotos de grupo para la posteridad y con tres ausencias.
El resto del camino consistió en emular a las cabras descendiendo por un sendero pedregoso.
Encontramos a nuestra compañera felizmente en el santuario. Había tomado otra ruta que llegaba al mismo destino. Se sucedieron los abrazos y besos por cada congostreño que la encontraba.
Menos mal que teníamos medios de comunicación (Walkie-talkie) que unían la cola del grupo con la cabecera y esto da mucha tranquilidad.
Sé que hay peleas para escribir la crónica, incluso hubo votaciones para adjudicar ordenadamente a los voluntarios , pero hay que ser más rápidos.

Salu2

Miguel Carbó

Enlace con Wikiloc de la ruta :

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