CRÓNICA PATEADA 133

CIRCULAR ALLARIZ – RÍO ARNOIA-PENAMA 24/03/12


Saliendo del Almas Perdidas ya pasadas las nueve, nos dirigimos hacia Allariz. Los vehículos menos acostumbrados a la carretera salen de la autopista por la primera salida que indica el nombre de la localidad. Los más expertos saben que siempre hay más de una entrada, por lo que se esperan al segundo letrero de salida hacia Allariz. Los ingenieros de caminos se sentían bromistas, y la pusieron en sentido contrario, pero aún así consiguieron localizarla.

El grueso del grupo de coches aparcó a la entrada del núcleo de la ciudad, justo al margen derecho del río Arnoia. Otros pasaron indiferentes con intención de aparcar en un lugar con mejores vistas. Todos sabemos que para lograr las mejores vistas hay que irse al extrarradio, por lo que tardaron un ratito en reagruparse. Treinta y cinco individuos son difíciles de reunir y coordinar.

Costó, pero conseguimos salir sobre las once menos cuarto por la orilla derecha del río pasando a la izquierda por un puentecito de madera que ya reclamaba a gritos un mantenimiento. Hablando de lo humano y de lo divino, se formaban grupos de debate andante que, después de una cuestecita, pasaba expectante por una pequeña iglesia en A Portela. Fuimos pasando por distintas localidades que se parecían unas a otras como San Martiño de Pazo y Pumares. Cuando llegábamos a Penamá, nos esperaban dos perros guardianes. Nos daban la bienvenida en su idioma. Aprovechamos para hacer un alto para refrescarnos en sus fuentes y reagrupar a la gente que se encontraba bastante relajada. Varias zambullidas en el gran recipiente de la fuente hicieron pensar que la gente se había precipitado a las recomendaciones de toalla y bañador para las termas ¡Qué va…!, eran los perros que nos acompañaban, necesitaban bajar su temperatura corporal.

La organización había previsto para todo el recorrido, un maná en forma de mosquitos, que aportaba proteínas en los momentos de flaqueza. Estaba también organizado que ni había que pedirlo, con abrir la boca, ya te servían una ración. Si te quedabas indeciso con la boca abierta incluso puede que dos o tres.

A pesar de ello, el hambre comenzaba a suscitar la típica pregunta, ¿Cuándo se come? Surgían las dudas de si hacerlo en presencia de la refrescante fuente y suelo de cemento, o si esperar y hacerlo como auténticos caminantes. Cómo la duda ofende, nos pusimos de camino por un estrecho sendero a los bordes de unas fincas que salía a la carretera. Una vez llegados a suelo arbolado, se adelanta un congostreño en busca de un lugar adecuado. Aparece separado del camino, en un alto entre unas grandes rocas y salpicado de árboles. El aforo sobrepasaba los asientos disponibles. Algunos tuvieron que situarse a las afueras de la fortaleza natural. Alguno apuntó que nos habíamos situado como unos conquistadores, en posición defensiva.


Retomamos el camino. Un letrero caído marcaba la dirección a Verea de Pereira, pero no la encontramos. Había letreros orientativos que hace varios años que fueron nuevos. Había que acercarse mucho para conseguir leer hacia qué orientaban. Por ello la cabeza del grupo pasó de largo un letrero de cemento con letras en relieve donde rezaba: “Fonte do Santo” y otra que indicaba hacia “A fonte do Over”. Tanto una como la otra, fueron fuentes en época de lluvias.

De camino, sujeto a las ramas de un roble, nos encontramos con un letrero sobre nuestras cabezas que rezaba: “Que o San Salvador protexa os que visitan istes paraxes”. Esto les debió motivar y apretar el paso, porque no había manera de alcanzarlos.

También se les despistó el indicador de “As tumbas do Castelo”, pero no a todos. Algunos, después de subir unos cientos de metros, casi pisamos dos tumbas cinceladas en plena roca a ras del suelo. Una se encontraba llena de hojas secas de roble, la otra contaba con los suficientes nutrientes para convertirse en petróleo en pocos años. El castillo no era tal, se trataba de una fortaleza natural de grandes rocas situadas en lo alto de un montículo y distribuida estratégicamente. Su acceso no era fácil. Se dan varios casos de estas formaciones por Galicia.


La nota de color la pusieron unos curiosos animalitos en la aldea de San Salvador. Disfrutaban de un parque de tubos corrugados y neumáticos de colores. Una hilera de sillas plegables estaba dispuesta para observar algún tipo de espectáculo.

Una entrevista con el organizador nos informa que se trataba del VI Ciclo Formativo en Terapia Asistida con Animales de la Asociación Andrea. Los animalitos tenían nombre: Martina, Martín su hijito de color gris, Rosalía, Esperanza, Margarí, Blanca (con buen oído musical), Lola, Carmela y el alma de la fiesta, Olivia, una linda burrita negra de apenas una semana. Cualquier interesado puede apadrinar a cualquiera de ellos/as llamando a la Asociación.

El grupo congostreño se peleaba por hacerse una foto con Olivia, como si de una artista mediática se tratase. Su negro azabache da muy bien de fondo de foto. Incluso alguno se atrevió a acercar sus insinuantes morritos a una distancia considerada políticamente incorrecta, arriesgándose a un buen lengüetazo, tan solo por una graciosa foto.

Ya sin espacio en la memoria de las cámaras, seguimos camino. Pasamos por Paicordeira sin mucho entusiasmo y desperdigados. Aquí despistamos a la retaguardia. El camino era carretera asfaltada que cansa las piernas. El grupo de cabeza tiene prisa por llegar y acelera el paso dejando los burros atrás. Se cierra el círculo llegando otra vez a Allariz. Pasaron varios minutos hasta que llegó el grupo de los burros, que se había quedado con los burros, se entiende. Perdieron el rastro y lograron llegar por otro camino. A la llegada, saludaban dando gritos victoriosos como los niños del parque que saludan a sus mamás después de una aventura.

Fue difícil encontrar un local con la suficiente celeridad para que al servir la última cerveza, no se calentase la primera. Lo intentamos al lado de los coches, en plena carretera. La diligente camarera consiguió que sólo sobrasen dos cañas. Cuando trajeron las aceitunas y las patatillas, las cervezas habían sufrido los efectos del calor, evaporándose. Pero no se le hizo un feo, se comieron igual.


Terminada la parte lúdica, comienza la cultural:

Como era temprano, la vena cultural nos hizo desplazarnos unos cuantos kilómetros en coche hasta la parroquia de Augas Santas (Santa Mariña) en el lugar de Armeá. Allí disfrutamos de la vista de una extraordinaria iglesia con deseos de ser catedral en pleno paso de la Vía de la Plata del Camino de Santiago.

El interés no está en ese majestuoso edificio, sino en otro mucho peor conservado y a pocos kilómetros de distancia: La Basílica de la Asunción conocido como " O Forno".

Según me pareció entender al guía espontáneo que conocía la historia, cuyo origen es un templo pagano donde, según la tradición, fue martirizada Santa Mariña. Dentro de la cripta se encuentran sepulcros y lápidas medievales, posiblemente templarias. En el siglo XIV, una dama de la Casa de Figueroa mandó construir encima una iglesia que sería conocida como Basílica de la Asunción, que jamás se terminó.

Dice la leyenda que el padre de Mariña, fue Teudio, o Teódulo, patriarca de los gentiles, adorador de los ídolos, según el Breviario Manuscrito de la catedral de Santiago, de esclarecido linaje, Gobernador romano de la Limia y tal vez sacerdote pagano. “No tenía más que una hija”, y ésta, huérfana de madre, la cual debió morir al dar a luz o poco después del nacimiento de Mariña.

El padre entregó a la niña a los cuidados de una criada campesina que era cristiana, ésta sería la que educase a Santa Mariña, además de introducirla en la fe cristiana. Cuando el padre se enteró de sus creencias la repudió y la abandonó a su destino en la aldea de su cuidadora. Era una joven de quince años muy hermosa y el prefecto romano Olibrio, desde el momento en que la vio, intentó seducirla, aunque sin éxito. Como castigo, primero la mandó encerrar en los calabozos del castillo y después mandó colgarla, azotarla, herirla con peines de hierro y alguna que otra tropelía más, pero a los tres días de cada uno de estos suplicios ella ya estaba curada de sus heridas milagrosamente. Más tarde la queman con telas ardiendo y le atan las manos y los pies y la arrojan de cabeza a un estanque. Pero de todo sale indemne la santa por arte de magia.

Al ver que no conseguía sus propósitos, intensificó los tormentos llegando al extremo de intentar quemarla viva en el horno, pero fue San Pedro (que era el malabarista del lugar) quien la sacó por un agujero del techo por donde no cabría ni la cabeza. Ante esta situación, el romano decidió decapitarla. Cuando el verdugo cortó su cabeza ésta cayó dando tres saltos en el suelo (más grandes que la pelota de Gasol) emitiendo unos sonidos psicotónicos que los lugareños interpretaron como que pronunciaba tres veces la misma palabra: CREO, CREO, CREO, en lugar de un cráneo vacío que haría cloc, cloc, cloc. En ese mismo instante surgieron tres fuentes en la zona del Santuario.

Si algunos no tienen su morbo saciado, les recuerdo que la fiesta de Santa Mariña es el día 18 de julio

A partir de aquí se divide el grupo. Unos para los quehaceres diarios y otros deciden ponerse en remojo en las pozas.

Abur…

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