CRÓNICA PATEADA 135



Crónica de una mojadura anunciada

Con puntualidad española, como de costumbre, nos dimos cita a las 9,00 en el lugar de siempre, 27 congostreños,  a pesar de la predicción metereológica  (el problema era para la lluvia, no nuestro).  Después de que la organizaçao  diera instrucciones para no perderse, y que  se hicieran un par de paradas técnicas para ello,  queda  demostrado,  una vez más,  que solo sirven para perder tiempo y conseguir  que alguien se pierda.  En la parroquia de San Miguel, Entre Ambos-os-Ríos, y tras una breve espera conseguimos  arrejuntarnos todos y salir a recorrer los hermoso montes portugueses.

El mal tiempo  nos atacó cuanto pudo, tan pronto teníamos calor y unos se sacaban el chubasquero y otros  alguna prenda mas, como nos caían unos chaparrones que nos obligaban a volver a ponerlas. 

El paisaje resultaba gratificante para la vista, Portugal aún mantiene ese encanto de lo natural, no ha sucumbido a la tentación económica de los pinos y eucaliptos. La zona rica en manantiales nos obligó a retomar el camino hacia una pequeña aldea perdida en lo alto del monte, llamada “ Ermida,”  población que hasta hace casi veinte año no se podía acceder por carretera , por lo que  las comunicaciones con otras poblaciones se hacía a través de senderos.  El pueblo rezumaba agua por doquier, los prados hacían su aparición,  la  “branda” que tenía daba cuenta de ello, en contraste con el monte bajo que cruzamos  hasta el lugar.
Hicimos una pequeña parada de aprovisionamiento, ya se sabe, cafés, cervezas, y vino verde. El señor no se mostró sorprendido por tan repentino aumento de la clientela. Nos llamó la atención que a pesar de ser ciego, lo bien que se defendía atendiendo a la clientela él sólo.  Lo que si le sorprendió fue cuando una congostreña  le pidió que le vendiera dos mini-botellines vacios, vete a saber para que los quería. El señor no lograba entender que era lo que quería y trataba de sacar de la nevera otras bebidas, hasta que al final alguien consiguió hacerle saber que lo que quería era solo  el envase.

Comimos en la branda, la mayoría dentro de las cabañas para el forraje, pues en esos momentos el tiempo se acordó de nuevo de nosotros. A la vuelta, otra vez volvimos hacer parada técnica en el bar, ….  más vino verde. Aunque muchos otros aprovecharon para ver el pequeño museo megalítico y etnográfico.

La bajada resulta más tranquila, el tiempo nos da un respiro y la naturaleza se muestra con toda su hermosura primaveral de flores y colores, ello anima a una pateadora hacerse un ramo  grandioso.

Llegados al río Froufe, de nuevo el camino queda interrumpido por la crecida, que se ha llevado por delante unos pasos, pero eso no es motivo de impedimentos para los osados que con el calzado al  cuello deciden pasar el vado. Pero el río traicionero les guarda una sorpresa, poco más adelante aparece de nuevo, pues unos metros más arriba se ha dividido en dos brazos, y este  aunque más estrecho, es más caudaloso. De poco sirven los gritos del guía y demás avisándoles que se vuelvan. Nuestra pateadora recolectora de flores se adentra en el río, pero parece ser que la piedra donde se apoyo se alió con el agua para darle un pequeño susto,  además de bajarle las calorías, o sería que quería remojar las flores? Afortunadamente  todo quedó en un inesperado y frío baño y fue socorrida por otros pateadores que le dejaron alguna prenda seca.

Reunión final en San Miguel, con mas cervezas,  cafés y mas viño  verde.  

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