CRÓNICA PATEADA 155

 Pateada Leiro

Cómo de costumbre nos reunimos en las Almas Perdidas. Hicimos recuento para ver como nos acoplabamos en los vehículos y eramos 14,  pero llegados al destino solo estabamos 13, el espiritu de algún congostreño se debió acercar a las Almas Perdidas y después desaparecer sin que nadie se diera cuenta.

El día prometía calor, bastante para la época en que estamos y no nos defraudó.

Iniciamos la ruta en Leiro, subiendo por el camino real en dirección a Pena Corneira, aprovechando los caminantes para realizar el abituallamiento de fruta  de temporada : higos, moras y uvas, que la naturaleza pone “generosamente” a nuestro alcance.

 En  Paredes el guía hizo una parada y dijo que nos ibamos a desviar para ver una iglesia  famosa. Allá marcharon todos menos el controlador de retaguardia que aprovechó la parada para darse crema solar. Cuando este continuó se encontró al grupo que ya venía de vuelta, por lo que interpretó que la iglesia estaba cerca,  y no se enteró de lo que el guia le decía, ¿ que adónde iba ?,  que por allí no era. Pensó  que era una broma, por lo que siguió y  trato de buscar entre los distintos espacios que encontró en el monte donde se podía encontrar la iglesia, igual se trataba de una pequeña capilla ?. Harto de buscar volvió sobre su pasos y no encontró a nadie, todos habían entendido que se había enterado de que el camino no era el correcto y que si seguía para adelante era porque iba a realizar alguna labor de repoblación forestal  o de riego.  Cogío el camino marcado  y preguntó a una señora si había  visto pasar a un grupo y esta le indicó que si y que habían pasado en determinada dirección .  Debía referirse a otros pues unos 500 metros mas adelante, seguro de que el grupo no podía ir tan lejos recurrió al  teléfono. Gracias a ello y tras continuas marchas atrás en distintos desvíos y a los restos de  olfato de guerrillero de las COES que le queda, logró encontrarlos en la bella iglesia románica de Serantes y que merece la pena contemplar y  que  compensó  los kms extras que el guía nos obsequió.

Entramos en el tramo mas bello y gratificante, un recorrido pequeño bosque autóctono que es  el parque forestal de Pena Corneira,  con grandes  rocas amontonadas,  y en la cima , con una gran roca en forma de menhir que da nombre al parque. Dicha roca es un referente orográfico pues se divisa desde grandes distancias.

 Pero una vez fuera de los árboles protectores nos tropezamos con la crudeza del día, el calor era pegajoso y las fuentes que fuimos encontrando a lo largo de la bajada hacia los molinos de Veronza no eran suficientes para compensar la que perdíamos por el sudor. Incluso fue necesario que nuestra experta en análisis de aguas aptas para consumo humano diera la voz de alarma y que alguno no bebiera en una fuente con agua de color algo verdoso. Era tal la sed que hasta alguno llegó a beber algo.

El guía por el contrario  nos recordaba que ibamos con  bastante retraso según su estudio previo del terreno, por lo que evitamos parar mucho.

Pasamos por Carballeda, delante de un bar y fuimos capaces de pasar delante y no entrar, bueno la experta en  aguas aprovechó para comprar unas botellas de agua , pues como no llevaba el instrumental para analizar las fuentes opto por no beber casi en  ninguna.
Descendimos hasta San Cristobo, allí una pateadora optó por esperarnos. Continuamos por la ribera del Avía convertido en regato, la escasez de lluvia se hace notar.

Llegamos a Leiro sobre las 20 horas, el gps nos daba una distancia de 34 km,  36,3 kms para el despistado de turno,. El guía se quedó corto en sus cálculos iniciales.


Decimos darnos un homenaje en La Cañiza. Allí buscabamos  establecimiento cuando un conocido de un congostreño le recomendó uno, que era amigo suyo. Bueno, la cerveza exquisita, pero el jamón y el queso dejaba mucho que desear,  y los calamares, como solo tenían una ración supieron   a poco. Eso si, caro no fue, pero la celebración de aniversario fue un reflejo de la situación que padecemos por doquier, se recurre a lo barato con  tal de parecer competitivos y no se valora la calidad.

Marchamos todos deseándonos felices reencuentros y demás fórmulas de cortesía adecuadas al momento y algo cansados y ansiosos por  coger la cama.




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