CRÓNICA PATEADA 169



Lagoa e Monte Louro (Muros) 14/06/2014.





Salimos apresurados del Almas Perdidas. Teníamos dos horas y un poquito de camino. El tiempo y la distancia son relativos.  Llegamos puntuales con quince minutos de margen. Nos encontramos con la delegación coruñesa de Congostra. Veinticinco congostreñ@s se juntan para patear los montes y laderas del litoral coruñés.

Comenzamos dejando el mar a la izquierda invadiendo la playa de Area Maior, algunos la conocían por Area Gorda. Parecía el “Desembarco de Normandía” dejando las pisadas en una arena virgen, totalmente alisada por la brisa. No hay mejor cosa para tonificar los glúteos, que caminar por la arena seca con botas y mochila a los hombros.

Una vez en la otra punta, atravesamos la carretera en dirección norte, con una subida que para algunos ya se les atrangantó. ¡Qué vistas! Pudimos contemplar la playa que habíamos profanado y la laguna de su interior con el mismo nombre que el monte. También se divisaban las poblaciones de Lariño, A Gándara y San Francisco. Nos empapamos de vistas, pero no mucho, que hay que dejar para los demás.

Seguimos por un sendero hasta un centro de avituallamiento bovino y equino. Justito entre los dos, había un pequeño merendero a la sombra. Contaba con un columpio del que disfrutó el espíritu infantil de alguna. Rondaban ya las dos de la tarde cuando nos pusimos a la faena. Teníamos en el horizonte la playa de Carnota y un poco más lejos “O Monte Pindo”.

Como el comer no es prioritario, los guías metían prisa para poder enseñarnos todo lo que había para el día. Salimos por un sendero, siguiendo el monte,  en dirección a una población costera con nombre de instrumento musical: Lira. A la bajada, nos esperaba una yegua para mostrarnos su potrillo, incluso se prestó casi mejor que Cristiano Ronaldo para hacer fotos.



Bajamos hasta Lira, concello de Carnota, para contemplar uno de los   hórreos más largo de Galicia. Construido en competencia con el de Santa   Columba, también en Carnota,   tiene 22 pares de pies y 36,50 m de largo, por los  34,70 m. del de Santa Columba y los mismos pies. No obstante,  existe el de Araño,  en Riaño,  de 37 metros de largo  y mas ancho que los de Carnota.

 También visitamos los apartamentos del más allá, que impresionaron tanto a un congostreño que se quedó con mal cuerpo. Entramos  en el bar Moncho,  a fin de recuperarlo a base de aquarius, red bull, dátiles,  ..debió ser dura la  impresión del más allá  que casi nos deja una baja.  El Red Bull obró el milagro y conseguimos recuperarlo.

Nos dirigimos hacia Miñarzo, pero por la costa. Un sendero de madera, nos facilitaba el paso. Aprovechamos una rotonda balconada, para hacer una foto de grupo. Por si se pierde alguien, saber indicar quien es…

Pasando por el puerto deportivo de la aldea de Portocubelo, nos encontramos una escultura realizada en chapa de hierro con figuras de una familia recortadas. La escultura representaba el árbol familiar. ¿Qué hay más familiar que una colada? Utilizando la escultura como punto de soporte, se fabricaron un práctico tendal.



Pasamos por la STOLT SEA FARM o piscifactoría de rodaballos de Lira. A nuestro paso, sonó una alarma. Todos miramos las mochilas de los demás en busca de un coleteo sospechoso pero era una alarma controlada. Seguimos el sendero conocido como “Camiño solidario” que nos llevó al faro de Lariño.

En la Praia do Ardeleiro se puede ver un ancla monumental que recuerda el hundimiento en 1966 de la fragata Ariete. A esta ”Ruta dos Naufraxios” se denomina también Ruta Solidaria, porque se abrió para que 120.000 voluntarios pudieran recoger 15.000 toneladas de chapapote del petrolero Prestige, hundido en 2002.

Después del faro, atravesamos una playa de Lariño que también tenía “area gorda”, y tanto de casi medio metro de diámetro. Pusimos a prueba los tobillos y las suelas. De haberlo sabido traeríamos neumáticos de agarre. La playa de A Gándara, ya se dejaba querer un poco más. Descalzos y con la mirada en el horizonte, atravesaba la playa Congostra. Excepto alguno con complejo de cabrita que seguía jugando de roca en roca y salto  porque me toca.

Tal esfuerzo requiera un descanso extra. Diez minutos, no más. Volvimos a otra playa de arenas gordas, tanto que en una había una señora entrada en años pero no en kilos, que tomaba el sol cual lagartija, en pelota picada. Se llevó tal susto que casi no atina de que zonas cubrir con la toalla.



La playa de arenas finas de Louro, tenía un río que vertía en la playa. Fue este pequeño rio el que consiguió que todos se quitasen las botas, sin excepción.

 En esta playa se separaron tres que se dirigieron directamente a los coches, el resto subió al monte de Louro para contemplar por última vez las vistas de la zona.

 Los que subieron, algunos quisieron llegar pronto por su ansia en terminar la ruta , y del esfuerzo casi no pueden tomar la cerveza... En las alturas comprendimos qué “aires” tienen los de Coruña, había más viento que en un concurso de soplidos.



Llegamos a los coches poco antes de las nueve. El viento apresuró las cosas, aunque al final la distancia recorrida se alargo hasta los 30,7 kms.

 Nos tomamos las cañas en el Mesón O Mariñeiro, de Muros.



Desde aquí… cada mochuelo a su olivo.

¡Hasta la próxima! Abur…

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