Lagoa e
Monte Louro (Muros) 14/06/2014.
Salimos apresurados
del Almas Perdidas. Teníamos dos horas y un poquito de camino. El tiempo y la
distancia son relativos. Llegamos
puntuales con quince minutos de margen. Nos encontramos con la delegación
coruñesa de Congostra. Veinticinco congostreñ@s se juntan para patear los
montes y laderas del litoral coruñés.
Comenzamos dejando
el mar a la izquierda invadiendo la playa de Area Maior, algunos la conocían
por Area Gorda. Parecía el “Desembarco de Normandía” dejando las pisadas en una
arena virgen, totalmente alisada por la brisa. No hay mejor cosa para tonificar
los glúteos, que caminar por la arena seca con botas y mochila a los hombros.
Una vez en la otra
punta, atravesamos la carretera en dirección norte, con una subida que para
algunos ya se les atrangantó. ¡Qué vistas! Pudimos contemplar la playa que
habíamos profanado y la laguna de su interior con el mismo nombre que el monte.
También se divisaban las poblaciones de Lariño, A Gándara y San Francisco. Nos
empapamos de vistas, pero no mucho, que hay que dejar para los demás.
Seguimos por un
sendero hasta un centro de avituallamiento bovino y equino. Justito entre los
dos, había un pequeño merendero a la sombra. Contaba con un columpio del que
disfrutó el espíritu infantil de alguna. Rondaban ya las dos de la tarde cuando
nos pusimos a la faena. Teníamos en el horizonte la playa de Carnota y un poco
más lejos “O Monte Pindo”.
Como el comer no es
prioritario, los guías metían prisa para poder enseñarnos todo lo que había
para el día. Salimos por un sendero, siguiendo el monte, en dirección a una población costera con
nombre de instrumento musical: Lira. A la bajada, nos esperaba una yegua para
mostrarnos su potrillo, incluso se prestó casi mejor que Cristiano Ronaldo para
hacer fotos.
Bajamos hasta Lira,
concello de Carnota, para contemplar uno de los hórreos
más largo de Galicia. Construido en competencia con el de Santa Columba,
también en Carnota, tiene 22 pares de pies y 36,50 m de largo, por
los 34,70 m. del de Santa Columba y los
mismos pies. No obstante, existe el de
Araño, en Riaño, de 37 metros de largo y mas ancho que los de Carnota.
También visitamos los apartamentos del más
allá, que impresionaron tanto a un congostreño que se quedó con mal cuerpo. Entramos
en el bar Moncho, a fin de recuperarlo a base de aquarius, red bull,
dátiles, ..debió ser dura la impresión del más allá que casi nos deja una baja. El Red Bull obró el milagro y conseguimos
recuperarlo.
Nos dirigimos hacia
Miñarzo, pero por la costa. Un sendero de madera, nos facilitaba el paso.
Aprovechamos una rotonda balconada, para hacer una foto de grupo. Por si se
pierde alguien, saber indicar quien es…
Pasando por el
puerto deportivo de la aldea de Portocubelo, nos encontramos una escultura
realizada en chapa de hierro con figuras de una familia recortadas. La
escultura representaba el árbol familiar. ¿Qué hay más familiar que una colada?
Utilizando la escultura como punto de soporte, se fabricaron un práctico
tendal.
Pasamos por la STOLT
SEA FARM o piscifactoría de rodaballos de Lira. A nuestro paso, sonó una
alarma. Todos miramos las mochilas de los demás en busca de un coleteo
sospechoso pero era una alarma controlada. Seguimos el sendero conocido como
“Camiño solidario” que nos llevó al faro de Lariño.
En la Praia do
Ardeleiro se puede ver un ancla monumental que recuerda el hundimiento en 1966
de la fragata Ariete. A esta ”Ruta dos Naufraxios” se denomina también Ruta
Solidaria, porque se abrió para que 120.000 voluntarios pudieran recoger 15.000
toneladas de chapapote del petrolero Prestige, hundido en 2002.
Después del faro, atravesamos una playa
de Lariño que también tenía “area gorda”, y tanto de casi medio metro de
diámetro. Pusimos a prueba los tobillos y las suelas. De haberlo sabido
traeríamos neumáticos de agarre. La playa de A Gándara, ya se dejaba querer un
poco más. Descalzos y con la mirada en el horizonte, atravesaba la playa
Congostra. Excepto alguno con complejo de cabrita que seguía jugando de roca en
roca y salto porque me toca.
Tal esfuerzo requiera un descanso extra.
Diez minutos, no más. Volvimos a otra playa de arenas gordas, tanto que en una
había una señora entrada en años pero no en kilos, que tomaba el sol cual
lagartija, en pelota picada. Se llevó tal susto que casi no atina de que zonas
cubrir con la toalla.
La playa de arenas finas de Louro, tenía
un río que vertía en la playa. Fue este pequeño rio el que consiguió que todos
se quitasen las botas, sin excepción.
En esta playa se separaron tres que se
dirigieron directamente a los coches, el resto subió al monte de Louro para
contemplar por última vez las vistas de la zona.
Los
que subieron, algunos quisieron llegar pronto por su ansia en terminar la
ruta , y del esfuerzo casi no pueden tomar la cerveza... En las alturas
comprendimos qué “aires” tienen los de Coruña, había más viento que en un
concurso de soplidos.
Llegamos a los coches poco antes de las
nueve. El viento apresuró las cosas, aunque al final la distancia recorrida se alargo hasta los 30,7 kms.
Nos tomamos las cañas en el Mesón O Mariñeiro, de Muros.
Nos tomamos las cañas en el Mesón O Mariñeiro, de Muros.
Desde aquí… cada mochuelo a su olivo.
¡Hasta la próxima! Abur…
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