Corrubedo-Baroña
(A Coruña) 28/05/2016
Se
había programado para llegar al puerto a las diez, pero algunos adelantados
llegaron con quince minutos de adelanto. La puntualidad congostreña.
Como
se trataba de una pateada lineal, esto es, de sólo ida, hubo que llevar los
coches a Baroña, para dejarlos ahí y recogerlos al llegar.
El
regreso de los conductores al punto de partida se hizo en una nave con ruedas
llamada PARTNER TEEPPE, tecnología en acción. (Pantalla táctil, cámara trasera,
detector de obstáculos…”y
sobre las 11h de los días laborables, saca el café al gusto de sacarina”). Dice su dueña que se la regalaran
los Reyes. Para el año cambio de Reyes!!!!!
Una
vez reunidos y preparados, salimos del puerto hacia la pequeña playa Ameixida; la cruzamos y subimos el primer
obstáculo de piedra hasta la cima del pequeño acantilado. Los jardineros debían
estar en huelga, la hierba llegaba a la altura de los hombros, las “silvas con
sus inseparables picos” también. Una congostreña desconfiada, quiso comprobar el
secreto del crecimiento y acercó la nariz al suelo después de una patada a una
raíz. Hubo algunos gritos de sorpresa al observarla abrazada a un matorral.
El
agreste camino nos llevó al saliente de Punta Praxeo; estaba repleto de piedras
de forma redondeada de distintos tamaños. En este punto, el guía explicó la
procedencia del sorprendente montón de piedra. Un despistado no prestaba
atención hasta que le chocó la noticia y pregunta: ¿Qué este montón de piedras lo
trajo la pulga del mar? ¡Hostia, que fuerte comen aquí las pulgas! Otro
congostreño que sí había prestado atención, dice sin cambiar el gesto: puRga,
puRga, no puLga. ¡Ups! Responde el despistado.
El
pedregoso camino nos lleva al Faro de Corrubedo. Después de casi un kilómetro,
llegamos a una desértica cala llamada playa de Balleiros, y, de esta, a la
hermana mayor con el mismo nombre. La cruzamos por la zona dunar, demasiado
larga para ir con botas.
Un
congostreño peculiar, muestra orgulloso un arbolito totalmente pelado por la
erosión y pregunta:
“-¿Sabes
que é esto?; unha rama de Madagascar, contesta rápidamente. ¿Sabes porque o sei? Por estor nudos…” dice mostrando con el índice los nudos del árbol
donde antes tenía ramas.
“-
¡Hostias! Exclama el incrédulo. Que sitio máis chachi: as pulgas moven pedras e
as ramas estornudan.”
Dejamos
el mar para adentrarnos en el monte. Tomamos sendero arriba. El sendero nos
lleva a carretera asfaltada, ésta a un sendero, éste a una carretera asfaltada…al
llegar a un monte autóctono, la tropa se
alarga y se marcan flechas con un palo, en el suelo, para indicar la dirección a seguir…algunos las
ven, otros no.
Haciendo
varias paradas de reagrupamiento, llegamos todos a la parte más interesante. No
podemos llamarla cuesta, porque se había anunciado que no habría cuestas.
Diríamos que se trataba de un sendero que iba ganando desnivel. No era cuesta,
pero había que tener cuidado para no rozar la nariz con el suelo mientras
caminabas en forma ascendente. Sobre todo había que guardar las distancias,
para que una falsa pisada no te diese en los dientes.
Llegamos
por fin a la meta que perseguía tan grato paseo: El Monte Tahume: Se trata del
punto más alto dentro del territorio de la parroquia y un mirador idóneo para
contemplar el parque natural y gran parte del municipio. Una cruz de hierro
clavada en la piedra lo identifica. ¿A que compensa subir? dice el guía al
llegar.
La
bajada es distinta, se hace por una serpenteante carretera asfaltada cuya
pendiente facilita el roce de los dedos de los pies con la bota. ¡Todo un
placer! Este descenso nos lleva al recinto de la capilla de San Benito de
Seráns. Aquí nos montamos el picnic. Se
hacen varios grupos situados a gran distancia, como si estuvieramos enfadados (Como siempre ocurre cuando se trae chocolate y no llega para
compartir…)
Llegamos
a Seráns sobre las dos y media, en el cruce de la carretera hay un bar llamado
JJ. Se realiza una parada en las inmediaciones por si hay necesidades que
atacar. Pasado un tiempo prudencial y ante la indecisión de los presentes, se
continúa la marcha.
Llegamos
nuevamente al mar, Playa de Queiruga, pero no vamos por la costa, tomamos
senderos más al interior, donde contemplamos la floración de todo tipo de
vegetación. También tomamos tramos de carretera asfaltada que nos llevan a un
monte pelado recientemente de árboles, bajamos por un sendero de monte, hasta
la playa de Basoñas.
Recorremos la zona de las dunas y nos encontramos con una caseta mirador elevada a gran altura. Tres espontáneos se asomaron a la tribuna para proponer sus soluciones si conseguían los votos de los asistentes. Cada uno jugaba su papel. Desde abajo se veían solamente las cabezas y los brazos, dando un aspecto de graciosos guiñoles de los dirigentes de los principales partidos políticos. Lo mejor estaba entre el público, cuando un congostreño coruñes cuenta una historia que, según dijo, le pasó a un amigo:
Recorremos la zona de las dunas y nos encontramos con una caseta mirador elevada a gran altura. Tres espontáneos se asomaron a la tribuna para proponer sus soluciones si conseguían los votos de los asistentes. Cada uno jugaba su papel. Desde abajo se veían solamente las cabezas y los brazos, dando un aspecto de graciosos guiñoles de los dirigentes de los principales partidos políticos. Lo mejor estaba entre el público, cuando un congostreño coruñes cuenta una historia que, según dijo, le pasó a un amigo:
-
Un
candidato da un mitin en una gran fábrica y, a la desesperada, dice a sus
posibles votantes: “Si me votáis y salgo elegido, propondré que se trabaje solo
un mes al año…”
-
Un obrero que no estaba al loro, dice: ¿y las vacaciones
qué?”.
Tomamos
un sendero entre las dunas para rodear la laguna de San Pedro de Muro, seguimos
un pequeño riachuelo de la laguna que nos lleva a la playa A Furna, luego
tomamos un sendero de madera hasta la playa de Porto do Son, donde un conocido
personaje quedó parapléjico.
Sobre
las cuatro y cuarto, el cielo amenazaba lluvia, el tiempo refrescaba un poco. Tomamos
las precauciones necesarias de paraguas y chubasqueros y a seguir pateando,
pero esta vez por el interior.
Cruzamos
el Rio de Xieira, pasando por encima de un puente romano al que le quedaban las
piedras básicas para no caerse. Un sendero entre prado y casas nos llevan a ver
la Cruz de Porto Navas, una modesta construcción en piedra con más devotos que
espacio. El pequeño habitáculo está protegido con una verja para evitar que le
roben las flores. Aún había vestigios de una reciente celebración.
Pasamos
la playa de Queiruga por el interior, y continuamos por la playa de Baroña,
volvimos al interior, y en un lugar llamado Campo, cruzamos el Rio Maior, nos
adentramos en el monte y esperamos a los “tardones”.
Esperamos
un rato hasta que contactamos. Parece que algunos decidieron ir por otro camino
y al percatarse, hubo que esperar por ellos.
Como
ya refrescaba y algunos tenían obligaciones que cumplir, continuamos la marcha.
Salimos en la playa de Area Longa. No visitamos el Castro, visitamos otro, el
bar Castro. El
resto del grupo sí visitó el Castro de Baroña.
El asentamiento
está construido en una península, su ocupación es de los siglos I a. C. a I d.
C. Poseía dos murallas a su alrededor y se conservan 20 viviendas de planta
circular u oval. Hay que ver con qué acierto atinaron a colocar las piedrecitas
y con qué equilibrio.
Las
cañas esta vez la disfrutaron únicamente los primeros (los pinchos no, el restaurante
O Castro tenía fama de tacaño y defendió muy bien la merecida fama), no es que
se agotasen las cañas; se agotaron los bebedores y decidieron pirarse cuanto
antes. Pero cuando llegó la segunda tanda y vió que alguien del grupo, ante la ausencia de las tapas, sacó para compartir con todos galletas y manises, apareció con una tapas de chorizo y patatillas.
Desde
aquí… cada mochuelo a su olivo.
¡Hasta
la próxima! Abur…
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