CRÓNICA PATEADA 205



Corrubedo-Baroña (A Coruña) 28/05/2016

Se había programado para llegar al puerto a las diez, pero algunos adelantados llegaron con quince minutos de adelanto. La puntualidad congostreña.
Como se trataba de una pateada lineal, esto es, de sólo ida, hubo que llevar los coches a Baroña, para dejarlos ahí y recogerlos al llegar. 
El regreso de los conductores al punto de partida se hizo en una nave con ruedas llamada PARTNER TEEPPE, tecnología en acción. (Pantalla táctil, cámara trasera, detector de obstáculos…”y sobre las 11h de los días laborables, saca el café al gusto de sacarina”). Dice su dueña que se la regalaran los Reyes. Para el año cambio de Reyes!!!!! 
Una vez reunidos y preparados, salimos del puerto hacia la pequeña playa  Ameixida; la cruzamos y subimos el primer obstáculo de piedra hasta la cima del pequeño acantilado. Los jardineros debían estar en huelga, la hierba llegaba a la altura de los hombros, las “silvas con sus inseparables picos” también. Una congostreña desconfiada, quiso comprobar el secreto del crecimiento y acercó la nariz al suelo después de una patada a una raíz. Hubo algunos gritos de sorpresa al observarla abrazada a un matorral. 
El agreste camino nos llevó al saliente de Punta Praxeo; estaba repleto de piedras de forma redondeada de distintos tamaños. En este punto, el guía explicó la procedencia del sorprendente montón de piedra. Un despistado no prestaba atención hasta que le chocó la noticia y pregunta: ¿Qué este montón de piedras lo trajo la pulga del mar? ¡Hostia, que fuerte comen aquí las pulgas! Otro congostreño que sí había prestado atención, dice sin cambiar el gesto: puRga, puRga, no puLga. ¡Ups! Responde el despistado. 
El pedregoso camino nos lleva al Faro de Corrubedo. Después de casi un kilómetro, llegamos a una desértica cala llamada playa de Balleiros, y, de esta, a la hermana mayor con el mismo nombre. La cruzamos por la zona dunar, demasiado larga para ir con botas. 
Un congostreño peculiar, muestra orgulloso un arbolito totalmente pelado por la erosión y pregunta:
“-¿Sabes que é esto?; unha rama de Madagascar, contesta rápidamente.  ¿Sabes porque o sei? Por estor nudos…” dice  mostrando con el índice los nudos del árbol donde antes tenía ramas.
“- ¡Hostias! Exclama el incrédulo. Que sitio máis chachi: as pulgas moven pedras e as ramas estornudan.” 
Dejamos el mar para adentrarnos en el monte. Tomamos sendero arriba. El sendero nos lleva a carretera asfaltada, ésta a un sendero, éste a una carretera asfaltada…al llegar a un monte autóctono,  la tropa se alarga y se marcan flechas con un palo, en el suelo,  para indicar la dirección a seguir…algunos las ven, otros no. 
Haciendo varias paradas de reagrupamiento, llegamos todos a la parte más interesante. No podemos llamarla cuesta, porque se había anunciado que no habría cuestas. Diríamos que se trataba de un sendero que iba ganando desnivel. No era cuesta, pero había que tener cuidado para no rozar la nariz con el suelo mientras caminabas en forma ascendente. Sobre todo había que guardar las distancias, para que una falsa pisada no te diese en los dientes. 
Llegamos por fin a la meta que perseguía tan grato paseo: El Monte Tahume: Se trata del punto más alto dentro del territorio de la parroquia y un mirador idóneo para contemplar el parque natural y gran parte del municipio. Una cruz de hierro clavada en la piedra lo identifica. ¿A que compensa subir? dice el guía al llegar. 
La bajada es distinta, se hace por una serpenteante carretera asfaltada cuya pendiente facilita el roce de los dedos de los pies con la bota. ¡Todo un placer! Este descenso nos lleva al recinto de la capilla de San Benito de Seráns. Aquí  nos montamos el picnic. Se hacen varios grupos situados a gran distancia, como si estuvieramos enfadados (Como siempre ocurre cuando se trae chocolate y no llega para compartir…)
 
Llegamos a Seráns sobre las dos y media, en el cruce de la carretera hay un bar llamado JJ. Se realiza una parada en las inmediaciones por si hay necesidades que atacar. Pasado un tiempo prudencial y ante la indecisión de los presentes, se continúa la marcha. 
Llegamos nuevamente al mar, Playa de Queiruga, pero no vamos por la costa, tomamos senderos más al interior, donde contemplamos la floración de todo tipo de vegetación. También tomamos tramos de carretera asfaltada que nos llevan a un monte pelado recientemente de árboles, bajamos por un sendero de monte, hasta la playa de Basoñas. 

Recorremos la zona de las dunas y nos encontramos con una caseta mirador elevada a gran altura. Tres espontáneos se asomaron a la tribuna para proponer sus soluciones si conseguían los votos de los asistentes. Cada uno jugaba su papel. Desde abajo se veían solamente las cabezas y los brazos, dando un aspecto de graciosos guiñoles de los dirigentes de los principales partidos políticos. Lo mejor estaba entre el público, cuando un congostreño coruñes cuenta una historia que, según dijo, le pasó a un amigo:
-       Un candidato da un mitin en una gran fábrica y, a la desesperada, dice a sus posibles votantes: “Si me votáis y salgo elegido, propondré que se trabaje solo un mes al año…”
-       Un obrero que no estaba al loro, dice:  ¿y las vacaciones qué?”.

Tomamos un sendero entre las dunas para rodear la laguna de San Pedro de Muro, seguimos un pequeño riachuelo de la laguna que nos lleva a la playa A Furna, luego tomamos un sendero de madera hasta la playa de Porto do Son, donde un conocido personaje  quedó parapléjico. 
Sobre las cuatro y cuarto, el cielo amenazaba lluvia, el tiempo refrescaba un poco. Tomamos las precauciones necesarias de paraguas y chubasqueros y a seguir pateando, pero esta vez por el interior. 
Cruzamos el Rio de Xieira, pasando por encima de un puente romano al que le quedaban las piedras básicas para no caerse. Un sendero entre prado y casas nos llevan a ver la Cruz de Porto Navas, una modesta construcción en piedra con más devotos que espacio. El pequeño habitáculo está protegido con una verja para evitar que le roben las flores. Aún había vestigios de una reciente celebración. 
Pasamos la playa de Queiruga por el interior, y continuamos por la playa de Baroña, volvimos al interior, y en un lugar llamado Campo, cruzamos el Rio Maior, nos adentramos en el monte y esperamos a los “tardones”. 
Esperamos un rato hasta que contactamos. Parece que algunos decidieron ir por otro camino y al percatarse, hubo que esperar por ellos. 
Como ya refrescaba y algunos tenían obligaciones que cumplir, continuamos la marcha. Salimos en la playa de Area Longa. No visitamos el Castro, visitamos otro, el bar Castro. El resto del grupo sí visitó el Castro de Baroña. 
El asentamiento está construido en una península, su ocupación es de los siglos I a. C. a I d. C. Poseía dos murallas a su alrededor y se conservan 20 viviendas de planta circular u oval. Hay que ver con qué acierto atinaron a colocar las piedrecitas y con qué equilibrio. 
Las cañas esta vez la disfrutaron únicamente los primeros (los pinchos no, el restaurante O Castro tenía fama de tacaño y defendió muy bien la merecida fama), no es que se agotasen las cañas; se agotaron los bebedores y decidieron pirarse cuanto antes. Pero cuando llegó la segunda tanda y vió que alguien del  grupo,  ante la ausencia de las  tapas,  sacó para compartir  con todos galletas y manises, apareció con una tapas de chorizo y patatillas.

Desde aquí… cada mochuelo a su olivo.
¡Hasta la próxima! Abur…

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