CRÓNICA PATEADA


Allariz – Río Arnoia-Augas Santas (22/09/2018 – Ourense)

Confluimos los dieciséis integrantes, en el puente del Río Arnoia, en la misma entrada de Allariz. Hay otro punto con mejor aparcamiento y con zona de baño en el propio río, pero no se puede pedir todo, produce un poco de urticaria aun el indicar las coordenadas. “Una vez me pusieron las coordenadas y fui a parar a un poblado gitano”. Yo una vez pisé una boñiga y desde entonces no puedo ver un culo de vaca sin levantar los pies del suelo. ¡Hay cosas que marcan! ¡No hay como leer los letreros para llegar a un punto! Hay una frase en Vigo: “La línea más corta entre dos puntos es Vitrasa” (publicidad de línea de bus).

Una vez reunidos los más lentos, que son los de siempre, atravesamos la carretera y seguimos una alameda aún vacía pero que se llenaría de bañistas al regreso. Custodiaba el jardín, un toro de piedra esculpido con líneas sobrias. Continuamos por el camino viejo Roiriz, hacia Santa María de Aguas Santas.

Después de un pequeño pueblecito, nos adentramos en zona boscosa para llegar a otro pueblecito que recordaba las ruinas de Roma. Mucha piedra y poco cantero.

Sobre las doce y media, estábamos en Laioso, contemplando un “cruceiro con Peto das Ánimas”. Estos petos, gestionados por el clero, seguramente, descargaban de peso de culpa y de peso monetario, ya que en función del donativo, las ánimas intercedían por ellos, ante cualquier mal. Los maleantes no les robarían, porque ya se lo habían echado al peto.

Visitamos Armea, dónde encontramos una basílica, un castro y una pequeña población de piedras. Como hicimos el recorrido al revés, primero visitamos la Basílica de la Ascensión y en su cripta estaban los restos de una Sauna Castrexa, que contenían el horno y la piedra Formosa de la Santa Mariña.

Las escaleras hacia la cripta, eran estrechas y oscuras: si venías de la claridad del sol, había que esperar unos segundos para adaptar las pupilas a la oscuridad. Entramos en fila, y un congostreño militarizado, iba demasiado lento; al reprocharle su lentitud el de atrás, él se quejaba que no veía las escaleras. Las pupilas se adaptan pronto, pero a las gafas de sol, les cuesta un poco más. Cuando le advierten de esta desconocida propiedad, se las quitó y pudimos continuar.

Mientras unos visitaban la oscura estancia, algún graciosillo gritaba sonidos de ultratumba desde otras escaleras cerradas con una verja.

Cómo íbamos al revés, tuvimos que retroceder para contemplar el grandioso castro. Se notaba recién excavado y reconstruidos algunos muros; luego nos dirigimos al yacimiento arqueológico de “Monte do Señoriño”, descubierto por un vecino cuando buscaba unas piedras para delimitar la tala de unos robles; terminamos el recorrido de Armea en la iglesia de Santa Mariña. En la fuente del patio trasero, había una fuente y un típico pilón de lavado de ropa que seguramente ya no se usa.

Decidimos tomarnos el bocata en la escalinata de la fuente. Algo tenía ese lugar que confundía a los presentes. Cuentan que en el siglo XIX, las fuentes brotaron en los lugares donde rebotó la cabeza de Santa Mariña en su martirio (cacho botes), el obispo mandó construir la fuente y su imagen de piedra con una inscripción que debería decir: “Reedificola o bispo Dámaso Iglesias Lago. Año 1840”, pero la inscripción que hay dice “SEREDAICO A ESPAIOSASOL Y ONS OBISPO AÑO 1840”. Seguramente pondrá lo mismo en klingon.

Debido a esta misma influencia, un congostreño rondaba descalzo la zona de la fuente, decía que no se sentaba porque no tenía hambre, y se dedicaba a refrescar los pies en la pileta del lavadero; seguro que tampoco escuchaba porque se había quitado las gafas.

Llegamos a la carretera cuando faltaban cinco kilómetros para Allariz, y en unas zancadas sobre asfalto y un poco bajo un bosque de robles, llegamos a un pueblecito. A la sombra, en un pequeño parque delante de una capilla, nos tomamos un respiro. Continuamos bajo el sol y atravesamos un túnel de mimosas, para llegar a Turzás; en una fuente, mientras algunos dejaban correr el agua para enfriarla, un gracioso la aprovechaba para regar a los presentes como si fuesen judías. El calor abrasaba mientras circulamos por una calle llamada “Rua do Forno” hasta una plaza llamada “Plaza do Forno”, nadie se preguntó por qué ese nombre. Paramos en la sombra del recinto del Santuario “Nosa Señora de Vilar de Flores”, la fuente estaba a las afueras del pueblo.

Llegamos a Requeixo de Valverde, y en el río, cruzamos un puente de losetas de piedra apoyadas sobre otras tantas piedras, casi a la altura del río, para llegar a un curioso parque, salpicado de piedras de cantera en las que parecía haber sido un parque infantil, en el que los niños gozaban pintarrajeando de colores aquellas piedras, los que ya trepaban, pintaron los árboles hasta la altura que llegaban, seguramente algún niño y profe también resultarían pintados. Lo llamaron “Ecoespacio do Rexo”.

Si era de grandes piedras, ¿a quién se le podría haber ocurrido? A un vasco, un tal Agustín Ibarrola. Dice Agustín, que las piedras están alineadas con la luna y el sol en el cielo. Los troncos de los árboles pintados, muestran un dibujo diferente según la perspectiva.  (Es cierto, yo vi unos árboles pintados y después de pasar vi pintados unos árboles). Cerca de la salida, se puede ver otros motivos florales, junto a una explotación ovina de leche y quesería. También  menciona una mini central eléctrica, que no conseguimos ver.

Continuamos río abajo y caminamos paralelos a la autopista, justamente por debajo del puente que la sostiene, para volver a las orillas del río. Caminando por las orillas, nos topamos con zona de bañistas y algún barquero remando. Una barca era empujada con dos remos a contra corriente, una pareja gozaba del paseo (gozaba ella, remaba él). Un congostreño hace ademán de fotografiar tan romántica situación, pero al ser detectado por el remero le estampa: “¡Eh! No saques fotos, a ver dónde las cuelgas que no es mi mujer…”. Seguro que era una broma, pero ella se puso colorada y quién remaba era él.

En la segunda zona de baño, cerca de los coches, la mayoría se refrescaron en sus aguas, hicieron unos largos, otros más cortos, luego tocaba cañita. Los que hicieron largos, tardaron más en llegar al bar.

Después de besitos y abrazos, desde aquí, cada mochuelo a su olivo.

Hasta otra, agur



Manu :
Sobre la obsesión reciente de  las coordenadas para  los Gps para el punto de encuentro.

Este tema se ha tratado ya personalmente, pero como se ha dado  eco en esta crónica me veo obligado a explicar por que no se han puesto :
No estoy en contra de las nuevas tecnologías, utilizo el Gps desde el año 2010 y nos ha sido de gran utilidad en multiple ocasiones y sancándonos de un apuro en alguna situación difícil.

En esta ruta y en la anterior,  no se conocía el punto de encuentro pues ninguna ruta se había hecho con anterioridad,  ¿cómo voy a saber las coordenadas del punto de salida ? ¿ o que hay otra zona de alameda mejor que la de la entrada del pueblo ?.

1 comentario:

Unknown dijo...

Una bonita y simpática crónica, como es habitual en Miguel..oe a no haber participado con vosotros en la pateada pero no se puede estar en todas.