CRÓNICA RUTA 260

Producciones cinematográficas Congostra presenta:

MENOS MAL QUE NOS QUEDA PORTUGAL

Argumento: Un grupo de senderistas, que para evitar ser reconocidos se hacen llamar Congostra (como si fuesen un grupo de rock), deciden irse de caminata a Chaviâo, en Portugal.

Llegan sobre las 10 de la mañana al punto de encuentro. La primera escena es de película de acción. Aún no había empezado la caminata cuando de repente, una congostreña flacuchenta ataca vilmente y por la espalda a un congostreño camuflado. Forcejeos, agarrones, momentos de tensión. La flacuchenta queda cabeza abajo en posición vertical sin que se vea claro cómo rematará semejante esperpento. Finalmente, la flacuchenta logra escabullirse, mientras que el congostreño camuflado jura que la venganza será terrible.

A eso de las 10:15 empiezan a caminar. Comienzan atravesando un grupo de casas, tras lo cual dan con unos charcos de notable tamaño, que pondrán a prueba el Goretex de sus botas. Más tarde, llegan a Gaviaês, después de que un congostreño tuviese que abrir una verja que cerraba el paso del ganado. ¿pastoreaba este congostreño a su particular rebaño? El paisaje que se admira es a base de parcelas escalonadas, muy verdes, de bonita impresión visual.

Llegados a este punto, los protagonistas se pasean en fila india por un caminito que resulta no dar a ninguna parte. El guía que los conduce se hace la picha un lío con el GPS y finalmente acaban dando vuelta por otro sitio. Allí contemplan un grupo de ovejas y la única que bala resulta ser una oveja negra, que está apartada del grupo, como suele pasar con todo tipo de ovejas negras en la vida. Alguno del grupo dice que a este paso se les va a hacer de noche, a lo que una congostreña que siempre impone su verdad le responde: “No me seas nube negra”.

En la escena siguiente de la película, los protagonistas llegan a Sovilao da Seara, donde hacen una pequeña parada en un cruce con parada de autobús, donde un par de congostreñas radicales se ponen en sujetador. Por lo visto nadie les ha explicado que Portugal sigue siendo un país de fuerte raíz católica y que los vecinos pueden sentirse “moito chocado” o sea, muy escandalizados. Pero a ellas les da igual, porque, según parece, son heavys.

Posteriormente, los congostreños llegan a Venzemal, que no debe confundirse con el delantero del Real Madrid. Y más adelante, llegan a otro pueblo llamado Vilares, con una pequeña iglesia al lado de la cual hay una mesa de piedra y un pequeño muro, donde los protagonistas se sientan a merendar. Un congostreño irreverente toca la campana de la iglesia y se da a la fuga con una sonrisa siniestra. Otra de las congostreñas radicales vuelve a ponerse en sujetador.

Más adelante en su caminata, los congostreños llegan hasta un grupo de árboles en círculo, todos muy juntos, que es, según dicen, un lugar de oración. Entran todos los congostreños dentro del círculo y uno de ellos, al parecer, un místico, les explica que cierren los ojos y piensen en cosas místicas. Todos los congostreños cierran los ojos, menos una de las congostreñas, que encima se ríe. Tras unos segundos en los que no se sabe en qué estarían pensando con los ojos cerrados, uno del grupo le espeta al místico: “Me parece que solo ti tes os ollos pechados”. Y así, roto de manera tan prosaica el encanto, los congostreños siguen con la caminata.

Tras esto, el grupo llega hasta las inmediaciones de una vaca con una cornamenta que suscita todo tipo de comentarios entre la congostrada. Y siguiendo el camino, encuentran en el hueco de un árbol a un maniquí con forma de mujer que simula querer salir del árbol. Muy raro, o como dirían allí “muito esquisito”.

Y entonces se produce un nuevo ataque de la congostreña flacuchenta, esta vez repelido por la sufrida víctima, el congostreño camuflado. Se desconoce el motivo de esa fijación de la flacuchenta con el congostreño camuflado. Se especula con varias teorías: ella tuvo una infancia en la que la golpeó un militar y ahora se venga con este congostreño; otra según la cual ella no está vacunada contra la rabia; e incluso hay otra más que dice que confunde al congostreño camuflado con un antiguo novio que la mandó al carallo. Sea como fuese, a la flacuchenta se la ve bastante perjudicada de la cabeza, sin que el mártir de su marido consiga hacer nada al respecto.

Subiendo una pendiente, un congostreño refunfuñón, contrariado por tener que subir la cuesta, murmura: “somos senderistas, no montañistas”. Pero sube la cuesta, porque lo que no puede ser, no puede ser y además, es imposible.

Avanzando por el bosque, llega la hora de comer. Resulta ser un momento surrealista. Las dos congostreñas radicales vuelven a ponerse en sujetador. Después del día internacional de la mujer trabajadora  ¿sería ese día el de la mujer en sujetador? Añádase a esto, que, tras la cuchipanda campestre, un congostreño vestido como si fuese a hacer barranquismo, se tumba a la bartola y se pone a fumar. Debe ser para abrir los pulmones. Posteriormente, llega una mujer del grupo repartiendo unos suculentos bollos por doquier. 

Prosiguen la caminata estos personajes, pero con alguna dificultad en las piernas, por tener que hacer la digestión de los bollos, chocolates, etc, durante una subida.  

 El guía,  que va a acompañado de otro   que echa humo en la subida,   y que han dejando al  resto del grupo retrasados, l legan a Corno do Bico, donde contemplan una especie de puesto de vigilancia forestal en ruinas y un mirador.  Alli  se en encuentran  2 senderistas, que creen que son portugueses,  y  les  saluda a lo lejos con un "bon día" y oyen por lo bajo,  "ah son portugueses" . Cual es la sorpresa al acercarse de que  es una antigua senderista que comenzó sus andanzas con ellos hace mas de 10 años y que va  acompañada por otro senderista de club reconocido de Vigo y conocido de pateador humeante. El resto del grupo va llegando, algunos suben hasta lo alto del puesto como si esperasen encontrar allí un billete de 500 euros, pero se tienen que conformar con hacerse una foto en la escalera. Luego llegan a un mirador y 3 de los congostreños se desmarcan del grupo para ir a mirar desde unos penedos avanzados.

Siguiendo con la aventura, llegan a Lameiro das Cebolas, en donde se paran, sentándose en el suelo tras una empinada bajada que incluye resbalones. Llegan hasta un gran estanque con un puente que lo cruza por un lado, y al poco vuelven a encontrarse con unas vacas de cornamenta impresionante. Los comentarios no se hacen esperar: “uns cornos coma os que poñen as mulleres”.

Y llegan las 6:30 de la tarde cuando los congostreños alcanzan sus coches. Otra vez las mismas dos en sujetador. Un congostreño sin pelo también se apunta a esta moda y  se despelota de cintura para arriba. Uno incluso se cambia de calzoncillos. El congostreño camuflado le hace estiramientos a la flacuchenta, en lugar de aprovechar la situación para acabar con ella definitivamente. Non se pode ser vos, rapaciño.

Se van al pueblo cercano a tomar las cervezas que les pide el cuerpo, acompañadas de unas bicas y hojaldres. De nada les han servido las calorías quemadas en la caminata, porque ya las han recuperado en pocos minutos.

MENOS MAL QUE NOS QUEDA PORTUGAL es una película que nos muestra las contradicciones de unos senderistas que no saben por donde andan, ni por qué se pelean unos con otras, ni por qué enseñan tanto el sujetador  ni para qué queman calorías si las recuperan al instante. En resumen, la sociedad moderna que no sabe lo que hace. Esta película ha recibido dos premios Óscar: mejor actor, para señor del GPS, por su papel de guía dubitativo, que tan pronto va para delante como para atrás, tan pronto hacia la derecha como dando media vuelta y yendo  a la izquierda; y el de mejor vestuario, para el personaje camuflado, por su ropa militar.

CONTINUARÁ.......

Esta crónica ha llegado a poder de Congostra, sin saber su autoría, sospechamos de algún periodista camuflado de senderista,

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