A Fraga de Barragán. Moscoso:
04/06/2020
Aparcamos en el recinto de la
iglesia de Moscoso. Una vecina nos pidió que quitásemos los coches porque se
iba a celebrar la misa en el exterior en honor a San Ja-covid-19 y al necesitar
distancia interpersonal, se celebraría en el exterior.
Esperamos un rato porque faltaban
los retrasados. Los que llegaban más tarde, me refiero. En total éramos veinticinco.
¡Qué mala rima tiene!
Sobre las nueve y media tomamos “La
senda da Fraga do Barragán” que coincidía con la PR-G164. Esta senda contiene
una serie de molinos en buen estado de conservación.
Cruzamos varios bosque de un árbol
raro cuyo nombre nunca acertaríamos sin una voz en off que gritaba “Hay
carballeira”
Al poco rato de salir, alguien nota
que faltaba alguien. Se trataba de un nuevo congostreño procedente de Brasil.
Dominaba perfectamente el idioma castellano pero un poco menos las costumbres
senderistas.
Creyendo que se había perdido, un
congostreño veterano retrocedió sobre sus pasos llamando para ver si se había
perdido. No era el caso, lo encontró en cuclillas detrás de unos tojos.Ya voy,
dice con una voz cargada de esfuerzo, ya os pillo.
Nos pilló porque esperamos por él.
Justo es decir que no sabe que cuando se sale de la fila, sea por la razón que
sea, hay que avisar, o te puedes quedar descolgado.
Mientras el congostreño socorrista
estaba explicando la razón de la parada de todo el grupo se mezclaban
conversaciones incongruentes:
-
…Vin
paraatras e non estaba. Fun a búscalo e estaba plantando un pino. ¡E sin avisar!
Comenta sorprendido.
-
…
Planteimelóns, e danse bastante ben, dice una congostreña a modo de comentario
acorde con el tema.
Estos dos conceptos juntos evocaron
un recuerdo de una anécdota en épocas del contrabando:Un guardia fronterizo,
harto de su trabajo, decidió dar un castigo a un contrabandista de aceitunas
metiéndole las aceitunas por la retaguardia.
- Toma aceitunas, decía el guardia.
- El contrabandista reía a
carcajadas.
- Toma más aceitunas, repetía el
guardia.
- El contrabandista no paraba de
reír a carcajadas.
- ¿De qué coño te ríes?, ¿de mí o te
gustan las aceitunas? Dice enfadado el guardia.
- Perdón señor guardia, me rio de mi
compañero que transporta melones…
Llegamos a un tramo del sendero,
donde había que cruzar por unas “poldras” o pasos, piedras clavadas en línea
recta, a lo ancho del rio para evitar mojarse al cruzarlo.
Una congostreña con poca confianza
en su equilibrio, al verse comprometida, su instinto le hizo girarse y
solicitar ayuda: ¿me das la mano que tengo miedo a resbalar? Y allí estaba el brasileño
encantado de prestarlesu mano. Los demás cruzaron sin incidentes.
A pocos metros nos encontramos con
un letrero: “POR MOTIVOS DE EROSIÓN, ESTE TRAMO SÓ SE PODE PERCORRER A PÉ.”
¡Qué disgusto para los que teníamos helicóptero!
Un rebaño de ovejas con su traje de
verano, comían plácidamente sin levantar la cabeza. Un ruidoso perro se desgañitaba
para decirnos que no las molestásemos.
Hasta la hora del plátano no
pillamos ni una sombra. Sol, sol y más sol. Sobre las once y media, en la
orilla del río, encontramos unas mesitas. Unos las ocuparon, otros se
repartieron entre la campiña y el río. No había prisa, saboreamos el plátano y
hasta la cáscara por dentro.
Continuamos río abajo dejando
molinos rehabilitados a nuestro paso. Cruzamos la carretera y continuamos por un
sendero hacia “Ponte de Pau”. Original nombre para un puente de madera.
Pronto llegamos “A Levada das de
Maruxa”. Que son otras piedrecitas para cruzar el río. Allí un congostreñode
dudosa cordura, cruza alegremente el río sin descalzarse.
Aquí, una congostreña avezada en
estas lides, quiso ilustrarnos de cómo habría que caer en caso de ser
necesario. Mientras hablaba, desplaza un pie hacia la roca siguiente, y sin
asegurar el paso, trasvasa el peso hacia el pie adelantado. Este pie, que no
contaba con tanto peso, se resbala y va a parar al agua. Su dueña desconcertada,
pierde el equilibrio, y no encuentra otra forma de recuperarlo. Así que se
sienta en el agua. Sí hija si, se sienta aunque no le siente bien.
Llegamos a “Presa do Novo” aunque
vamos de todas las edades. La localizamos bajando una pendiente bastante
pronunciada (la pronunciaron casi todos). Solo algunos rayos de sol se colaban
hacia la presa entre la arboleda. Casi un tercio del grupo se atrevió a darse
un baño en esas frías aguas. “Está buenísima” decían conteniendo la
respiración.
Un experimentado congostreño estaba
buscando acomodo entre las resbaladizas rocas. Al atravesar de una roca a otra
más apetecible, apoya un pie sobre un tronco que había entre las dos rocas. El
tronco tenía un único punto de apoyo en el centro a modo de balancín. El tronco
cede donde el congostreño pisa y se levanta de la parte contraria. Al levantarse
el tronco, impide un segundo paso haciendo tropezar al
frustrado congostreño. La cosa acabó con el congostreño desparramado encima de
la roca a la que quería ir, pero no en esas condiciones.
Aprovechamos el lugar para zamparnos
el bocata y disfrutar de la estancia.
El retorno fue rápido y cansado. A
un grupo le pareció muy temprano para confinarse y decidieron volver al charco.
El resto intenta encontrar un bar pero sin éxito, así que cada uno a su casita.
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