CUENTO DE NAVIDAD



Era la tercera vez que se planteaba recorrer la zona y  peinarla de nuevo hasta encontrarlas. Llevaba un tiempo con cierto sabor amargo por  no haber logrado hallarlas en  las   dos veces anteriores que lo había intentado, pero  mantenía aún la esperanza de lograrlo.   Para Ana suponían  muchos días de trabajo tener que comprarse unas nuevas, necesarias para su trabajo, nada  fácil en estos tiempos donde a pocos  les sobra el dinero . 

En esta ocasión va acompañado  de  Carmen, Cheli y Geni.  Les había planteado esta misma  mañana,  de volver hacer de nuevo la ruta de Tourón, donde Ana las había perdido el  sábado anterior,  en vez de hacer la ruta prevista para hoy,    para buscarlas de nuevo.  Estos le dijeron que si, pero mejor  después de hacer la ruta prevista. Así lo hicieron, recorrieron  el trazado  a buen ritmo y a eso de las 4 de la tarde, después de comer y tomar unas cervezas y cafés  en Moscoso,  marcharon para Melón.


Ya lo había intentado el mismo sábado anterior,  en solitario,   en las postrimerías del día, cuando ya se echaba la noche ( cuando subía se topó con un lobo solitario que bajaba y que dio medía vuelta al  verle) , y además había niebla, por lo que el rastreo fue rápido  e  intuitivo, pues desconocía por donde había pasado Ana.
 El domingo pasado  había vuelto junto con Miguel y   Ana, también convencida ésta de que las iba encontrar.  Recordaba donde las había utilizado y por donde había  pasado, el cerco se estrechaba. Tuvieron que pedirles a unos cazadores que andaban por allí que esperaran un rato hasta que ellos rastrearan la zona.  Lo único que encontraron fue una perra que se vino con ellos y que después al volver con  el coche, el animal  les siguió por la carretera un buen trecho, hasta que ellos dejaron de verla. Volvieron con ese sinsabor que provoca la inutilidad del esfuerzo.

Ayer sin ir mal lejos, "guasapeando" con otro compañero de rutas había aventurado  la  posibilidad  de que debieron caer entre las piedras y quedar fuera de la vista, pues de haber sido en matorrales tenían que haber aparecido. Por eso hoy va con otro plan, para ello llevaban  linternas  para buscar entre los huecos de las rocas.

  Aquí, en Tourón, el tiempo se manifiesta  mas duro, sopla viento frío y  tienen que abrigarse.  Subieron los cuatro monte arriba,  por el mismo lugar,   por cuarta vez, repartiéndose el sendero a lo ancho y fueron peinando todos los arbusto.  Aunque esta zona estaba fuera del lugar, no  había que descartarla, sobre la marcha había introducido una nueva estrategia, buscar donde no debían estar. Resultó  ineficaz.

Llegaron a la zona de la cantera donde Ana había hecho uso de ellas por última vez y allí empezaron a rastrearla mas  minuciosamente. Cada uno fue por su cuenta buscando en los lugares más insospechados. Pero al acercarse a la zona de escombros de la cantera, les recordó  que Ana  se había agachado para ayudar a Carmen al subir unas rocas amontonadas de la  cantera que impedían el paso en el camino. Era probable que se le hubiesen caído allí, así que buscaron por aquella zona. No quedó ningún hueco sin escrutar, pero sin resultados. 


Ya iban a volverse, desanimados,  ahora él  ya se daba por vencido, arrojaba la toalla,   cuando Carmen le insistió a Cheli que mirarse en un diminuto hueco que había entre las piedras amontonadas de la cantera, donde ya antes habían mirado. Algo le dice de que debieron caer por allí. Cheli miró y  le dijo a él  que mirase, pues le pareció ver en el fondo de la oquedad una patilla de gafa, aunque igual era algún tallo de helecho seco.  Se agachó  y miró  por el diminuto orificio y no consiguió ver nada, pero se inclinó  hacia la izquierda, casi pegando la cara a la piedra,  para tener más ángulo de visión y poco  a poco ante su vista,,  a  la luz de la linterna, en el fondo del hueco,  se fueron configurando unas gafas. ! La imagen que durante toda las veces  habían deseado encontrar por fin se hacía realidad !. No pudo evitar dar un grito de alegría ,  a la vez que levantaba el puño !!! campeones !!!.


Pero quedaba la segunda parte, conseguir coger las gafas. Era imposible llegar a ellas sin algún  artilugio, que allí no tenían. Pensó en  mover las piedras, pero a simple vista todas eran enormes.  También pensó lo mismo  Geni,  que  se lanzó decidido a mover la que estaba encima de todas, para ello le pidió ayuda, ¡ agarra  por ese lado ¡  ¡ A la una,  a las dos y a las tres ¡,  pero ni a las cuatro, ni se movió. Volvió a mirar de nuevo y vio que por el fondo de la oquedad se colaba una luz, miro de donde provenía y vio que debajo del montón de piedras había otra pequeña oquedad, pero de difícil acceso. Quizás por allí tendría más suerte.

Bajó a dicho lugar y se acercó  lo más  que pudo, metió la mano, pero no logró encontrar nada. Pero rápidamente comprendió que si se situaba dentro de un pequeño espacio entre las piedras no le iba a ser difícil meter su largo brazo. Consiguió ponerse en dicho lugar al mismo tiempo que iba metiendo el brazo por el  hueco y por fin sintió el contacto de las gafas. No se lo podía creer. Las sacó para afuera, mostrándolas,  con el regocijo general del resto, que se felicitaron del tal logro. No pudo evitar darse  un fuerte abrazo con Cheli. !! Lo habían conseguido  entre todos !! ¿ o fué San Antonio  al que Carmen le había prometido algo ?.


Sacó el móvil y realizó la foto más satisfactoria  que había realizado hasta ahora en su vida de senderista. Se la envió  a Ana con un texto “ te vendo estas gafas de mi prima, igual te interesan “. Ana no contestó al mensaje,  llamó por teléfono y no daba crédito. Preguntó incredula si eran sus gafas.  Le dio las gracias muy emocionada.


 Era el  regalo de Navidad de Ana, y en esta ocasión era el regalo menos esperado.








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