CRÓNICA TIERRAS DE OSCOS

OSCOS (Martes 04/08/2020) Ruta  Seimeira - Busqueimado.

 Salimos tempranito para llegar a tiempo de comenzar la Ruta de Seimeira. Costó un poco encontrar la salida y dónde dejar los coches. Las calles son muy estrechas y no están diseñadas para recibir mucha gente.

 De camino al sendero, un blanco potrillo con la cara moteada de moscas nos observaba desde detrás de una alambrada. Ya en el sendero, nos topamos con un rótulo que describía una leyenda del lugar: Un criado tenía que avisar al cura que esperase a que llegase su señor para iniciar la misa, como el cura no le hizo caso, el señor mandó al criado que se cargase al cura o lo mataría a él. El criado mató al cura y lo condenaron a muerte, pero como no tenían verdugo lo desterraron. (Típico en los pueblos, quieren comer pollo pero no se atreven a matarlo). Este rótulo, se encontraba cerca de un cruce, dónde podríamos ir a Busqueimado o a Seimeira. Como el bus estaba chamuscado, nos dirigimos hacia la catarata de Seimeira.

 Tenía su encanto. Mucha gente estaba interesada en visitarla, nos cruzamos con varios grupos de curiosos por el camino. Luego seguimos para ver cómo estaba el “bus”, queimado, ya sé, pero fuimos a verlo igualmente. Quemados casi acabamos nosotros subiendo unas cuestecitas a pleno sol. Tomamos el plátano a la sombra de un frondoso tejo en la Capilla de San Pedro. Hicimos unas fotos para compararlas con las que habíamos sacado hace ya varios años en este mismo lugar.

 Retrocedimos hasta encontrar la bifurcación hacia el Caserío Viduedo. Estaba menos pisado y transcurría a la sombra de los tejos. Llegamos a un grupo de casitas, que no sé si se puede considerar pueblo. Tenían cerca del camino, un hórreo tipo asturiano decorado con aperos de labranza hechos de madera. Descendemos hasta cruzar la carretera y allí, en Casa Rodil, adquirimos unas cervecitas que saboreamos sentados en la hierba a la sombra de una casitacuyos muros estaban construidos con planchas de piedras de reducido tamaño. El bocata con cervecita fresca baja mejor.

 Volvimos al camino a través del monte soleado. Sobre las tres de la tarde, unos calurosos aprovecharon una poza del río para darse un chapuzón. Seguimos hacia un pueblecito llamado “As Casias”. Eran cuatro casitas. Se observaban grandes fincas segadas con la hierba empaquetada en bolas plastificadas.

 Otra vez en el río, nos encontramos con una prenda sucia y roñosa que hacía de puerta de cerrado del camino, como si se tratase de una cortina en el monte. El calor y la mala interpretación de las indicaciones, nos hacía pensar que cada vez estábamos más lejos en vez de ir acercándonos. Después de algunos metros por el ferviente asfalto, avistamos los coches. 

Una vez despojados de mochilas, nos dirigimos en coche hacia el centro para tomar las merecidas cervezas en Casa Diego. Se trata de un bar, no es que Diego nos invitase a unas sidrinas.

 Al terminar nos dirigimos a tomar posesión de las camas en Casa Horacio, en Ribeira de Piquín. Es un Hostal, no es que Horacio nos dejase dormir en su casa. La cena fue en Meira, a doce kilómetros de Ribera de Piquín, un acogedor restaurante llamado O Muiño nos preparó casi un reservado en su interior. Está situado a orillas de un río que nadie pensaría que es el Miño a juzgar por su aspecto. 

 

A Fonsagrada ( 05/08/2020 ) Pena Guímara - Sendeiro de Gallol.

 Dejamos los coches malamente, en un saliente de una desangelada carretera.

 Nada más empezar comenzamos subiendo unas crestas y volvimos a bajarlas por el lado contrario. Estamos sobre el Sendero de Pena Guimara. En un lugar dónde la sombra aliviaba el calor, un veterano congostreño se quita la gorra y la guarda en el bolsillo. Por alguna razón desconecta la neurona que registra este acto. ¡Esto le pasará factura!(con el veintiuno por ciento de IVA). 

 Continuamos bajando un buen trecho, cruzamos el Río Rodil y volvemos a subir. En un cruce, se plantea la duda de qué camino tomar. El sol calienta y el congostreño sin gorra se da cuenta de que la perdió.Avisa que regresa a buscarla. Uno espera y el resto caminan despacio.No encuentra la gorra en el supuesto lugar dónde podría haberle quedado. El instinto le hace repasar todas las posibilidades, entre las cuales estaba ver en el bolsillo. Aliviado sale corriendo. El sobreesfuerzo que realiza para retomar el grupo, le hace darse cuenta de que la neurona le había desconectado también la conexión a la conciencia de que los años no pasan en vano.

 Todos reunidos, comenzamos a zigzaguear una fuerte ascensión en una colina, a la sombra de los castaños.Llegamos a un ancho sendero en dirección a “Muiños de Porados”. Los molinos se encuentran en un estado bastante mejorable. En sus buenos momentos serían unas faraónicas construcciones de piedra fuente de riqueza. Se podía ver uno de los muros de un molino, arrancar varios metros desde lo más profundo de una cascada hasta el tejado. Otro molino, con más componentes de madera, colgaba a lo alto imitando las Casas Colgadas de Cuenca.

 Volvemos al sendero para dirigirnos a las corripas: Cercados de piedra de planta circular, donde se recogen los erizos de los castaños. También los llaman “ouriceiras”. No hay que confundirlos con “Sequeiras” que son construcciones más elaboradas para secar las castañas. 

 Seguimos subiendo a pleno sol, a la espera de que el pueblo que aparecía en el sendero, tuviese algo fresquito, aunque fuese cerveza. La tenían, pero se la habían bebido los habitantes de la única casa rehabilitada mientras disfrutaban de una sobremesa a la sombra del muro. Su primera intención, al ver a los dos primeros, era ofrecerles unas cervezas, pero al llegar todos se arrepienten y nos ofrecen agua fresquita de un grifo del vecino.

 Camino de “Ponte de Beltrán”, en un lugar que en otras condiciones no pararíamos, hicimos un sitio para sentarnos a la sombra y tomarnos el bocata. Con agua esta vez.

 Llevamos la mitad del primer sendero y vamos camino de “O Inferno”. Llegamos al puente, donde varios calurosos aprovechan el charco para refrescarse. Otros simulan una siesta. 

Volvemos al soleado camino ascendente. ¡Es que este sendero solo sube y baja como un tobogán! Era el pensamiento de la mayoría. Las piernas empezaban a negarse a seguir. Llegamos a un pueblo y un par de congostreños se adelantan hacia la fuente que indicaba un rótulo. Como ya faltaba poco, el guía congostreño había decidido ver el estado de otro sendero alternativo, a orillas de un río. Era más largo pero parecía interesante saber su estado.

 El inicio era cerca de la fuente. Pensaba pedir voluntarios, pero como vio que ya había dos adelantados, siguió detrás de ellos. El resto terminaría el sendero original. Los dos congostreños, que disfrutaban del agua fresquita de la fuente, ven llegar al guía. Supusieron que también vendría a beber. Al terminar, el guía les indica que seguirán otra dirección. No parecía mala idea, los demás estaban hacia arriba y este nuevo sendero bajaba. Eran las cinco y media y este caminito lindo tenía casi nueve  kilómetros de subidas y bajadas.

 Comenzaba en la Mina Romana de Vilardiaz y seguía descendiendo. En un pueblecito abandonado alguien toma una rosa para solicitar perdón a su dama por abandanarla. La conciencia no le deja tranquilo.

 El camino no mejora, también habían sembrado piedras de cantos afilados en algunos tramos para darle más gracia al camino. Subimos, subimos, subimos y bajamos. En algún momento de la ruta, una zona ascendente y soleada, le estaba pasando factura al de la gorra perdida. Sus piernas no respondían como era de esperar, y el cansancio se acumulaba. El guía, ajeno a estas cuestiones continúa a unos metros delante. Ninguno de los de la fuente sabía que era voluntario para esta aventura. - Voy a descansar un poco, grita una voz cansada. - Subid hasta aquí que corre brisita. Dice el de más adelante con intención de ayudar. - ¡Mete la brisita en los huevos! Responde el primero. tan irritado como cansado. Era evidente que aun cansado se preocupaba por que no cogiese salmonelosis y el fresquito le venía bien. ¡Qué ruta tan bonita! 

 La cena esta vez corría a cargo del Hotel Mirador de Barcia. Nada de otro mundo. Plato del día. La compañía muy buena. 

 

A Marronda -Alto Eo ( Jueves 06/08/2020 ) .

Salimos del Área Recreativa A Cortevella. Pronto pudimos ver una zona propicia para el baño. ¡Queda anotada para el regreso! Llegados a un desvío, el segundo del grupo, iba pendiente de las “minchas” y no vio la marca, por lo que se coló un buen tramo.  El  intento sería ir a “Fervenza Pozo da Ferrería” en el Río Eo, pero se abandona por la busqueda del escapado.  De regreso al grupo “la jefa” le riñe por despistado. Retrocedemos por el mismo sendero hasta la zona de baño anotada en la subida. De algún sitio apareció un running vasco. Se desviste, se lanza en bomba, pide que le quiten fotos haciendo posturitas, se viste y sale corriendo. Visto y no visto. 

Intentamos después recorrer el interior de A Marronda, el único bosque de hayas que queda en Galicia.  El camino estaba plagado de obstáculos provocados por árboles caídos que fuimos sorteando y bastante maleza,  ente ello abandonamos y vamos en coche hasta la parte superior.  Bajamos por una pista polvorienta y pedregosa hasta el comienzo de la fraga. Nos introducimos esta vez por un sendero mas definido y despejado y vamos hasta  una pequeña cascada,  pero estaba tan cascada que no llevaba agua. Volvemos por el camino  polvoriento y pedregoso que encima ahora es de subida.

 Comimos en un establecimiento en el nacimiento del Río Eo. Desde aquí, cada mochuelo a su olivo.

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